Biblioteca de Alimentos
NOMBRE Y DEFINICIÓN DEL ALIMENTO
Su nombre científico es Salvia hispanica L. pero comúnmente a esta planta de tipo herbáceo se la conoce como Chía.
Pertenece a la misma familia que el tomillo o el romero, y se caracteriza por ser una planta oleaginosa y bastante aromática.
Su nombre común procede de una adaptación del término chían que en el idioma náhuatl significa «semilla de la que se obtiene aceite» (Carrillo-Gómez, CS. Et al. 2017).
Sus semillas son de tamaño muy pequeño (de 1 mm x 2mm aproximadamente) y tienen una forma ovalada y superficie lisa. Son suaves y brillantes, y en su mayoría de color grisáceo, con manchas irregulares entre el castaño oscuro y el negro.
El peso de unas 1000 semillas oscila entre 0.94 y 1.3 g.
HISTORIA
La chía es nativa del Sur de México y el Norte de Guatemala donde las semillas y subproductos han sido utilizados de forma habitual en las culturas centroamericanas.
Junto a cereales como el maíz o legumbres como el frijol, la chía también fue uno de los alimentos básicos de estas civilizaciones.
Además de como parte esencial de las comidas (mezclada con harina de maíz para aportar energía, o en forma de bebida popular), las semillas también tenían usos medicinales y se utilizaban como ofrenda a los dioses o como materia prima para producir aceite que luego podía ser la base de pinturas decorativas o de bálsamos cosméticos.
VALORACIÓN NUTRICIONAL
Hoy en día, las semillas de chía han extendido su uso en todo el mundo, principalmente por sus propiedades nutricionales y sus positivos efectos en la salud humana.
Las semillas de chía contienen entre el 15 y el 25% de proteínas, un 30-33% de lípidos (con alta proporción de omega 3); aportan entre el 30 y el 45% de hidratos de carbono, y proporcionan una cantidad significativa de fibra dietética (20-35%), en la que destaca la presencia de mucílagos. Además, son una buena fuente de minerales (como el calcio o el magnesio) y de vitaminas del grupo B (entre otras tiamina, riboflavina, y ácido fólico), así como de otros compuestos bioactivos.
Cómo llega a nuestra mesa
De la chía lo que se consume es la semilla, tanto en su forma natural como pulverizada hasta formar una especie de harina.
De forma tradicional, por ejemplo, en México, se utiliza en la preparación de una bebida refrescante denominada “chía fresca”. En la actualidad, sin embargo, su uso se ha dirigido más bien hacia un papel como ingrediente enriquecedor en productos de repostería y panificación.
Así por ejemplo, al dejar reposar las semillas en agua (o cualquier preparación líquida), se consigue crear una especie de gel que no solo sirve como espesante para mermeladas o salsas, sino también como sustitutivo de la clara de huevo, o incluso en algún acaso de una parte del aceite utilizado en alguna receta.
La incorporación de las semillas de chía a los panes también sirve para aumentar su valor nutritivo (proporcionando omega 3 y fibra dietética), sin alterar su calidad organoléptica final. Puesto que no tienen gluten, estas semillas también son aptas para personas celíacas.
Hoy en día, además, con la chía se preparan unos pudines muy característicos a base de yogur y fruta, se añaden como decoración, o incluso en ensaladas para dar un toque más crujiente.