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Salta del sofá y ¡actívate!

Con el avance de la tecnología, el ser humano ha ido acomodándose a una vida más sedentaria y esa disminución en el esfuerzo continuo es una de las causas de una mayor prevalencia de enfermedades metabólicas, entre las que se encuentra la obesidad. Una situación que no hay que tomarse a la ligera ya que según la Organización Mundial de la Salud (OMS) supone el cuarto factor de riesgo de mortalidad global.

Debemos llevar una vida activa, es decir, practicar una actividad que ponga en movimiento nuestro cuerpo y realizarla con cierta continuidad. Si eres perezoso, aquí te dejamos unos consejos que quizás te ayude a cambiar el chip:

  1. Camina 30 minutos al día. Recuerda que hay que alcanzar los 10.000 pasos al día.
  2. Utiliza un podómetro, te ayudará a cuantificar el nivel de actividad física.
  3. Recurre lo menos posible el transporte público. Tus piernas son motor suficiente para moverte.
  4. Bebe  abundante agua durante el día. Tener una buena hidratación es fundamental.
  5. Opta por actividades en grupo. De esta forma aprovechas el tiempo para estar con amigos y familia a la vez que activas tu cuerpo y mente.
  6. Olvídate del ascensor, las escaleras son la mejor opción.
  7. Evita pasar muchas horas sentado, ¡sal a la calle y muévete!
  8. Descansa. Si quieres empezar el día con energía duerme entre 7 y 8 horas.
  9. Busca actividades que te resulten atractivas, así no te dará pereza practicarlas
  10. Si no tienes tiempo para hacer ejercicio, haz aunque sea 15 minutos de actividad física en casa, ya sean estiramientos, abdominales…
A la hora de introducir la actividad física en nuestra vida debemos considerar que pasar de ser sedentario a hacer demasiado ejercicio puede incrementar el riesgo de sufrir una lesión. Por ello los expertos recomiendan encontrar una actividad que nos satisfaga, progresar de forma gradual y hacerla siguiendo las pautas adecuadas y sin dolencias. No todas las actividades requieren del mismo esfuerzo, implican los mismos músculos o producen el mismo beneficio. Existen distintos tipos, como puedes revisar en esta infografía, y también te resumimos a continuación: – Actividades cardiovasculares: son ejercicios de baja o media intensidad y de larga duración. Entre sus beneficios están el fortalecimiento del corazón, el refuerzo del sistema inmunológico, la mejora del sistema respiratorio y la mejora del sueño, así como también reducir el riesgo de presión arterial elevada, diabetes, y colesterol alto. Otras ventajas de realizar ejercicio aeróbico de forma regular son el control calórico y la reducción de patologías asociadas a la salud mental, como el estrés. Un ejemplo de este tipo de ejercicios sería correr, nadar o ir en bicicleta. – Actividades de fuerza y resistencia muscular: incluyen tanto ejercicios de corta duración y alta intensidad como de baja intensidad y larga duración. Las ventajas de practicarlas van desde el aumento de fuerza y resistencia en músculos, huesos y ligamentos, a la mejora de la coordinación y el equilibrio. Como apunta la profesora González-Gross “en estos ejercicios es muy importante aprender primero la técnica, y probar con una resistencia más leve o de menor peso, con el fin de evitar lesiones musculares”. – Actividades de flexibilidad, que resultan beneficiosas para el mantenimiento de la tonificación corporal y la movilidad articular. – Actividades de coordinación, muy importantes para la prevención de caídas, sobre todo en la edad avanzada.   Muchas actividades y beneficios para animarse a practicarlas y decir adiós al exceso de peso. Recuerda, introdúcelas poco a poco, pero sobre todo ¡disfrútalas!