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Restricción calórica, bebidas fermentadas y envejecimiento.

Los expertos opinan

Jesús Ángel Fernández Tresguerres

Jesús Tresguerres es catedrático y director de Fisiología de la Facultad de Medicina de la Universidad Complutense de Madrid. También es secretario del International Organizing Committee of hormonal steroids and hormones and cancer y miembro de la Real Academia Nacional de Medicina. Ha dirigido más de 30 tesis doctorales, tiene más de 200 publicaciones en revistas tanto nacionales como internaci

Restricción calórica, bebidas fermentadas y envejecimiento

Introducción

Hace más de 60 años que se sabe que la reducción de  la ingesta calórica aumenta la esperanza de vida. Una dieta nutricionalmente adecuada pero que incluya un 30-40 por ciento menos de calorías que las normales demostró ya hace mucho tiempo ser eficaz a la hora de alargar la esperanza de vida y retrasar la aparición de enfermedades relacionadas con la edad en distintos tipos de animales, que incluían  desde  moscas y  gusanos a  roedores. Sin embargo, no se acababa de aceptar que esta maniobra fuera también aplicable a los humanos, por lo que se inició hace 20 años un experimento con  primates, cuyos resultados acaban de publicarse.
 De los 76 monos rhesus estudiados a lo largo de 20 años, el 50 % se alimentaron “ad libitum” y el otro 50% con una restricción calórica del 30%. Mientras  el 37 por ciento de los que siguieron una dieta normal sin limitaciones murieron de enfermedades relacionadas con la edad, solamente  lo hicieron el 13 por ciento de los monos que siguieron la dieta  restringida. Además ,y como hecho muy significativo, de  los monos con dieta sin control, 11 desarrollaron alteraciones metabólicas pre-diabéticas y 5 diabetes  completa, mientras que de los que siguieron la dieta restringida ninguno llegó a  desarrollar ninguna de estas enfermedades. Por si fuera poco disminuyó también al 50% en este grupo de dieta hipocalórica la incidencia de enfermedades cardiovasculares  y tumores  y se preservó el volumen de la materia gris en el cerebro. En general, los animales del grupo sometido a dieta restringida, tienen la temperatura corporal más baja, niveles más bajos de insulina y niveles más altos de dehidroepiandrosterona sulfato (DHEAS) y parecían biológicamente más jóvenes. Aún no se sabe si la restricción calóríca es capaz de alargar también la esperanza de vida de éstos animales, pero no cabe ninguna duda en cuanto a sus efectos beneficiosos.
En un estudio en donde participaron 700 hombres (Estudio Longitudinal del Envejecimiento en Baltimore) se encontró exactamente lo mismo que en monos: la temperatura corporal más baja, los niveles más altos de DHEAS y más bajos de insulina se  asocian con la dieta restringida y esto lleva a vidas más sanas y probablemente más prolongadas.
Aunque los monos, y también las personas, se puedan beneficiar de la restricción calórica,  la mayoría de estas últimas  no estaría n dispuestas  a reducir su consumo calórico en un 30%. Por eso, se ha intentado buscar un equivalente  que imitase  los efectos de restricción calórica sin tener que hacer dieta.
Se sabe que la restricción calórica disminuye la producción de radicales libres por la mitocondria y las lesiones oxidativas en el DNA en diversos órganos de los animales de experimentación, lo que podría relacionarse con el proceso de frenado del envejecimiento. Sin embargo, no se sabía si esos cambios eran debidos a la reducción calórica en sí misma o más bien dependían de  la disminución de algunos componentes específicos de la dieta. El grupo del Dr Barja en la facultad de biológicas de la UCM hizo  recientemente pruebas manteniendo una dieta isocalórica pero disminuyendo el contenido en grasas o hidratos de carbono sin que ocurriera nada. Sin embargo, al disminuir un 30% el aporte de proteínas  se produjo una disminución del 30-40% en la producción mitocondrial  de especies reactivas de oxigeno y en las lesiones oxidativas en el DNA mitocondrial.

Estos resultados eran muy similares a los obtenidos con una disminución del 30% del contenido calórico, lo que sugiere que la reducción observada  era debida a la disminución de la ingesta proteica. Su modo de actuación parece ser a través  de la disminución de la producción de Radicales Oxígeno y de las lesiones oxidativas que estos comportan en el DNA. Esto es especialmente interesante puesto que conseguir que los humanos adultos hagan una  dieta con una disminución del aporte proteico es mucho más factible que llevar a cabo  una  reducción calórica global.

En el año 2002 se descubrió que la restricción calórica activaba un gen regulador, llamado SIR2, que tiene la aparente capacidad  de hacer más lento el envejecimiento. Este gen produce una proteína llamada Sirtuina 2,  que está relacionada con la extensión de la esperanza de vida en seres vivos sencillos como la levadura o el gusano. Recientemente se ha visto que este efecto también se da  en los roedores, hasta el punto que si se realiza una dieta hipocalórica en ratones carentes del gen de la  sirtuina, no aparece en éstos ningún efecto beneficioso.

Y el vino tinto y la cerveza, ¿qué tienen que ver?

Un estudio publicado recientemente en la prestigiosa revista científica Nature muestra que una  sustancia química presente en la uva con que se elabora el vino tinto, era capaz de prolongar hasta un 70% la vida de las levaduras. Los experimentos realizados por el Dr. Sinclair y cols de la Universidad de Harvard son alentadores y aunque aún falta  llevar a cabo estudios en humanos, se especula con la posibilidad de que si el organismo humano respondiera de la misma forma, sería posible extender hasta un 30% la expectativa de vida.

La sustancia en cuestión se llama resveratrol, y forma parte de la familia de los polifenoles que se encuentran en el vino y otras bebidas fermentadas. Estudios previos ya habían demostrado que estas sustancias disminuyen el riesgo de sufrir infarto de miocardio.
Como hemos mencionado antes, se ha demostrado que en los animales, al reducir el consumo de calorías, se activa el funcionamiento de una enzima llamada Sir2, que al estabilizar el material genético de las células, permite una mayor supervivencia.

 Los polifenoles presentes en el vino tinto y en otras bebidas fermentadas como la cerveza y la sidra (y más precisamente el resveratrol y el xantohumol), son capaces de activar la misma enzima, la Sir2, lo que permite aumentar la supervivencia de la levadura hasta en un 70%. Algo parecido sucede también en lombrices y moscas.
En los estudios iniciales, a los animales se les daban cantidades de resveratrol equivalentes a las que se obtendrían de tomar más de 100 botellas de vino por día. Los científicos de Wisconsin utilizaron una dosis equivalente a “solo” 35 botellas. Pero el vino tinto contiene muchos otros compuestos que también son beneficiosos. Si  los tenemos  en cuenta, y también el mayor ritmo metabólico de los ratones, apenas un vaso de vino “comienza a acercarse” a la cantidad de resveratrol que podría  ser efectiva, según afirma el Dr Weindruch. Los investigadores de Wisconsin llegaron a la conclusión de que el resveratrol puede imitar muchos de los efectos de una dieta de restricción calórica a dosis que pueden alcanzarse fácilmente  en seres humanos.
Por lo tanto el siguiente paso ha sido  demostrar que el resveratrol a dosis bajas es capaz de  activar  a la Sir2 en los mamíferos, como acabamos de ver en resultados de nuestro laboratorio. De hecho, también hemos podido comprobar que  potencia FOXO, que es otro elemento importante en la protección celular.
El cerebro de ratas y ratones viejos hemos visto que  presenta  un cierto grado de estrés oxidativo y de inflamación como se deduce de la medida de una serie de marcadores como el TNF alfa, algunas interleuquinas o la presencia de grasas oxidadas (lipoperóxidos). También presenta un grado mayor de muerte celular programada (apoptosis). Según  nuestros datos la  administración de resveratrol no solo es capaz de revertir todos estos elementos negativos, sino también de potenciar la producción de sustancias protectoras frente a la apoptosis, como el Bcl2, el XIAP o el NIAP. Además, disminuye el grado de envejecimiento cerebral por gliosis. 
Algunos investigadores afirman ya que el vino tinto podría ser mucho más potente de lo que se pensaba para extender la expectativa de vida. Esto podría dar un  ímpetu adicional al creciente campo de las drogas para la longevidad.
Algunos científicos especulan con la posibilidad de aumentar la esperanza de vida de las personas a través del resveratrol e incluso ya hay algunos investigadores que lo están tomando  en cápsulas. Sin embargo otros piensan que se debe esperar hasta que haya más datos sobre su seguridad y efectividad.
Aunque no tenemos todavía datos concluyentes de que existan solamente efectos beneficiosos y no otros menos agradables, lo cierto es que se abre un futuro muy prometedor para mejorar nuestra salud gracias a la restricción proteica y también con  la administración de resveratrol y otros derivados polifenólicos.