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Posición de los productos ecológicos en el mercado

Los expertos opinan

Julián Briz Escribano

Dr. Ingeniero Agrónomo. Ms. por la Universidad de Minnesota (EEUU). Catedrático de la Universidad Politécnica de Madrid. Miembro extranjero de la Academia de Agricultura de Francia. Autor de varios libros y artículos y Director del Proyecto de Investigación sobre “Agricultura Ecológica y Alimentación” (2003) patrocinado por la FAME y que será objeto de próxima publicación.

Posición de los productos ecológicos en el mercado

La sociedad moderna occidental se encuentra en un periodo de turbulencia dentro del sector alimentario.

De un lado, las innovaciones tecnológicas han permitido ofrecer una amplia gama de productos con unos niveles de garantía hasta ahora desconocidos.

Pero, simultáneamente, los escándalos alimentarios ampliamente difundidos por las nuevas formas de comunicación están creando una sensación de inseguridad y búsqueda de lo natural.

Es en este contexto donde los productos ecológicos ocupan una posición privilegiada para satisfacer las necesidades de un segmento importante de la población.

Debemos, no obstante, ser prudentes y extremadamente objetivos, para ubicar cada mercado en el sitio que le corresponde, sin demonizar los avances logrados y evitando posiciones demagógicas y, con frecuencia, confusas.

La agricultura de subsistencia, que permitió el asentamiento de los grupos humanos, era por naturaleza ecológica. Sin embargo, el crecimiento demográfico y el proceso de urbanización obligaron a transformar esa agricultura en una con vocación más comercial e intensiva. En el paso de una agricultura tradicional a otra industrializada, se aportan nuevas ventajas como es el abastecimiento de la población, pero se pierde el marco de lo natural. Un análisis histórico nos lleva por una serie de doctrinas que van desde la agricultura biodinámica a la natural, o permacultura, y a la agroecología.

Todas ellas buscan aportar elementos positivos en la forma de cultivar y obtener alimentos.

Una de las cuestiones que surgen habitualmente es cual sería la capacidad de abastecimiento alimentario a una humanidad azotada todavía por el drama del hambre, si tuviésemos que prescindir de la agricultura moderna industrial. Hay, por consiguiente, que establecer prioridades y resolver los problemas más urgentes.

Sin embargo, en los países ricos los consumidores pueden elegir los alimentos e imponer sus condiciones. Es aquí donde entra la segmentación del mercado, el ofrecimiento de variedad y la trazabilidad.

Además de la agricultura ecológica y la moderna intensiva (industrializada) aparece un tercer segmento, la agricultura integrada, intermedio entre los dos y cuya regulación ha sido establecida recientemente en nuestro país.

Aunque los productos ecológicos suponen aún un pequeño porcentaje del consumo alimentario, oscilando entre el 1-5% según países y circunstancias, su incremento es constante y está en función de los problemas y escándalos que van surgiendo. A título de ejemplo reciente, en EEUU se ha disparado la demanda de carne ecológica, con la aparición en 2003 de varios casos de ganado afectado por el síndrome de las “vacas locas”, habiéndose producido situaciones similares en Europa.

Son también un sector refugio para aquellos ciudadanos preocupados con los agroquímicos y pesticidas utilizados en los cultivos, o son sensibles a la protección del medio ambiente.

Otro factor de importancia en la actitud de compra es el precio, aceptándose que operen a un nivel superior pero no excesivo.

Sin embargo, la barrera más notoria para su aceptación es la falta de confianza del consumidor y el desconocimiento del contenido del producto. Es necesario un esfuerzo en campañas de formación e información, que muestren las garantías ofrecidas por todos los eslabones de la cadena comercial.

A nivel de producción, se ha avanzado mucho a través de controles en fincas y organismos como el Consejo Regulador de Agricultura Ecológica (CRAE), los sellos y anagramas de identificación. Las empresas elaboradoras y distribuidoras deben ser capaces de garantizar la separación de los diversos segmentos, tradicionales, ecológicos y de agricultura integrada, ofreciendo la oportuna trazabilidad.

España, que orienta la mayor parte de la producción ecológica a la exportación (80%) debe hacer un esfuerzo para despertar el mercado nacional, sin descuidar el internacional, buscando la eficiencia en los flujos comerciales y brindando una oportunidad a los pequeños agricultores marginales, para que obtengan un valor añadido en sus actividades “agrícolas artesanales” .

El pasado 22 de enero el Comisario de Agricultura de la UE, y refiriéndose al Plan de Acción Europeo en agricultura ecológica, hizo hincapié en los siguientes aspectos: Mejorar la información a los consumidores y las conexiones de los productores con el mercado, incrementar la financiación para la investigación en el área y armonizar las normas e inspecciones realizadas en la UE.

Entiendo que son acciones con una visión global de la cadena alimentaria, que hasta ahora habían sido marginadas a pesar de su importancia.