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Microbiota intestinal y salud : intervención con probióticos

Los expertos opinan

Juan L. Arqués

Juan L. Arqués (Ldo. en CyTA y Dr. en Veterinaria por la Universidad Complutense de Madrid) es Científico Titular del Instituto Nacional de Investigación y Tecnología Agraria y Alimentaria (INIA) en el grupo de Seguridad Microbiológica de Alimentos dentro Dpto. de Tecnología de Alimentos. Durante su etapa postdoctoral en el Institute of Food Research y el John Innes Centre en Reino Unido estudió distintos antimicrobianos como bioconservantes alimentarios, y el comportamiento del sistema inmunitario asociado a la mucosa intestinal frente a bacterias patógenas y probióticas, así como a alérgenos alimentarios. Actualmente sus líneas de investigación se centran en la selección y caracterización de cepas bioprotectoras y probióticas; el desarrollo de nuevos alimentos probióticos; y la aplicación de sistemas inhibitorios biológicos. Ha participado en diversos proyectos de investigación nacionales e internacionales relacionados con la microbiología de los alimentos y sus posibles efectos en la salud; y es coautor de más de 40 artículos científicos publicados en revistas internacionales.

Microbiota intestinal y salud: intervención con probióticos

Cada vez es más evidente la contribución en nuestra salud de la comunidad de microorganismos que habitan en nuestro tracto gastrointestinal (TGI), y a la que denominamos microbiota intestinal. Nuestro intestino es colonizado desde el nacimiento por una gran variedad de especies que se van sucediendo en el tiempo en las distintas partes del TGI. El establecimiento de la microbiota es especialmente importante en las primeras etapas de la vida. Se muestra mayormente estabilizada en los adultos sanos, y posteriormente durante el envejecimiento, se pueden observar cambios importantes.

En las últimas dos décadas hemos podido observar en el mercado un aumento de alimentos funcionales enfocados a la modulación de la microbiota intestinal, destacando los productos con microorganismos probióticos añadidos. Los productos lácteos fermentados enriquecidos en este tipo de bacterias, fundamentalmente bacterias lácticas y bifidobacterias, son los de mayor difusión dentro de los alimentos funcionales. OMS La Organización Mundial de la Salud (OMS) define los probióticos como “organismos vivos que ingeridos a dosis definidas ejercen efectos beneficiosos para la salud”. En este sentido el uso de probióticos perseguiría obtener una modulación de la microbiota intestinal con el fin de mantener o mejorar nuestro estado de salud y bienestar. Diferentes efectos beneficiosos han sido atribuidos a los probióticos mediante su interacción con la microbiota intestinal, su actividad enzimática, protegiendo la barrera intestinal o ejerciendo un efecto en el sistema inmunitario a nivel local o sistémico. Es importante destacar que las propiedades atribuidas a un determinado microorganismo probiótico (cepa) no debe ser aplicada a todos los de su especie, y por tanto, deben ser estudiados de forma individual. El potencial del uso de probióticos en distintos aspectos relacionados con la salud es muy amplio; cada vez contamos con mejores técnicas que nos permiten obtener mayores evidencias de sus efectos en el hospedador. No obstante, debemos recordar que muchos de estos estudios se llevan a cabo in vitro o con modelos animales, por lo que aún nos queda un importante recorrido enfocado a identificar que cepa/s concretas pueden tener un efecto beneficioso en determinadas patologías, entender sus mecanismos de acción, y evaluar sus efectos mediante ensayos clínicos.

Los probióticos han sido estudiados fundamentalmente en diferentes enfermedades gastrointestinales, aunque también pueden tener un efecto beneficioso en alteraciones inmunológicas y otras patologías no relacionadas con el TGI como las vaginitis y las mastitis. El tratamiento con probióticos de la diarrea aguda de causa infecciosa es quizás donde se han podido demostrar un mayor número de casos de éxito. Así mismo, en la prevención de la diarrea asociada a antibióticos, distintos estudios indican un efecto protector de los probióticos, tanto en niños como en adultos. La infección por Clostridium difficile es la principal causa de infección adquirida en ambientes hospitalarios, y donde el empleo de probióticos también ha demostrado un efecto preventivo.

El síndrome de intestino irritable es un trastorno gastrointestinal funcional definido por criterios diagnósticos basados en síntomas. No presenta causas orgánicas detectables pero produce un claro deterioro en la calidad de vida. Existen datos que apoyan la importancia de la microbiota intestinal en este trastorno y que indican que la administración de probióticos alivia su sintomatología. Respecto a las enfermedades inflamatorias del intestino, la adición de probióticos junto con el tratamiento convencional, han dado lugar a mejorías en el caso de brotes leves o moderados de colitis ulcerosa, mientras que en la enfermedad de Crohn los resultados son poco concluyentes.

El posible efecto de la composición de nuestra microbiota intestinal en el índice de masa corporal ha despertado gran interés en los últimos años. La administración de probióticos con el fin de obtener resultados más eficaces en el tratamiento de la obesidad y el sobrepeso podría ser de gran utilidad en el futuro tanto para su tratamiento como para su prevención.
Es muy probable que en los próximos años observemos grandes avances en la intervención con probióticos y en el desarrollo de alimentos funcionales enfocados de equilibrar nuestra microbiota, y con ello mejorar nuestro estado de salud general, tanto ante distintas patologías como durante las diferentes etapas de nuestra vida. El empleo de nuevas especies con potencial probiotico así como el descubrimiento de los mecanismos mediante los cuales estos microrganismos ejercen su efecto beneficioso, sin duda contribuirán al desarrollo de nuevos productos probióticos dirigidos de forma específica hacia determinados objetivos o grupos poblacionales.