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la leche matrena: un alimento simbólico

Los expertos opinan

Esther Jiménez Quintana

 

Esther Jiménez Quintana es Licenciada en Ciencia y Tecnología de los Alimentos y Doctora en Ciencias Veterinarias por la Universidad Complutense de Madrid. Actualmente trabaja como investigadora post-doctoral en el departamento de Nutrición, Bromatología y Tecnología de los Alimentos de la Facultad de Veterinaria de dicha universidad. Ha participado en 5 proyectos del Plan Nacional de Investigación del Ministerio de Ciencia y Tecnología y en cuatro proyectos con empresas. Es autora y coautora de 26 artículos científicos en revistas extranjeras y ha participado en más de 20 congresos nacionales e internacionales.

La leche materna: un alimento simbiótico

La leche materna constituye el mejor alimento para los bebés durante los primeros meses de vida ya que, satisface todos sus requerimientos nutritivos durante esta etapa de rápido crecimiento y confiere al recién nacido una notable protección frente a enfermedades infecciosas además de promover el desarrollo del sistema inmunitario. Estos efectos se deben a su composición, que es distinta en cada especie de mamífero y, dentro de una especie, varía a lo largo del periodo de lactancia. Se trata de un fluido con una mezcla compleja de carbohidratos, lípidos, proteínas, minerales, nucleótidos, vitaminas y compuestos bioactivos.

Los estudios epidemiológicos demuestran que existe una asociación entre la lactancia materna y la reducción en la mortalidad y morbilidad infantil en países industrializados y en vías de desarrollo, particularmente relacionadas con enfermedades como otitis media, gastroenteritis y de tipo respiratorio.

Numerosos estudios han demostrado en los últimos años que el tipo de alimentación influye directamente sobre el desarrollo de la microbiota intestinal infantil. La variedad de bacterias presentes en el intestino de los niños que son amamantados es menor que en los niños alimentados con fórmula infantil aunque, en los primeros los recuentos de bacterias lácticas y bifidobacterias es notablemente mayor que en los alimentados con fórmula.

La leche materna es el factor más importante en el inicio y el desarrollo de la microbiota intestinal neonatal, no sólo porque contiene oligosacáridos, que son sustancias prebióticas que promueven el crecimiento de determinados grupos bacterianos en el intestino, sino también porque es una fuente continua de microorganismos para el recién nacido durante varias semanas tras el nacimiento.

Los oligosacáridos de la leche materna son carbohidratos que constan de un extremo reductor que se corresponde con una molécula de lactosa y otro extremo no reductor en el que ocasionalmente se puede encontrar ácido siálico y fucosa; en general, están formados por combinaciones de 5 monosacáridos diferentes (glucosa, galactosa, ácido siálico, fucosa y N-acetilglucosamina). Recientemente se han identificado más de 200 especies moleculares distintas. Cuantitativamente son el tercer nutriente más abundante en la leche materna, después de la lactosa y los lípidos, con una concentración aproximada de 7-12 g/L en la leche madura. Una característica peculiar de estas sustancias es que son resistentes a la hidrólisis enzimática del tracto gastrointestinal, por lo que llegan prácticamente intactas al colon donde son fermentadas por bacterias beneficiosas asociadas con la salud y el bienestar. El aumento de la concentración de estas bacterias, principalmente bifidobacterias y bacterias lácticas, resulta en una mayor producción de ácidos grasos de cadena corta y de ácido láctico, que conlleva una acidificación el pH luminal, evitando así el crecimiento de patógenos, mejorando la motilidad intestinal y facilitando la absorción de calcio y otros minerales.

Además, en la actualidad, se cree que los oligosacáridos de la leche materna podrían actuar como homólogos o análogos de los receptores celulares con los que interaccionan los microorganismos patógenos; es decir, impedirían el acceso de los patógenos a las células de la mucosa intestinal y, de esta forma, constituirían un mecanismo de defensa adicional para los neonatos. Hecho que explicaría la menor tasa de incidencia de diarrea, enfermedades respiratorias y otitis medias en los niños lactantes.

 Por otro lado, la microbiota de la leche materna es uno de los componentes más importantes de este fluido y menos estudiado. Todavía son muy escasos los estudios sobre la microbiología de la leche humana obtenida de mujeres sanas, lo cual no es de extrañar ya que, hasta hace muy pocos años, se consideraba que este fluido era estéril.

Como se ha mencionado anteriormente, la leche humana es uno de los factores clave en la iniciación y el desarrollo de la microbiota intestinal del neonato ya que este fluido garantiza un aporte continuo de bacterias durante todo el periodo de lactancia. De hecho, posiblemente se trate de la principal fuente de bacterias para el recién nacido, ya que se estima que un lactante que ingiera aproximadamente 800 ml de leche al día recibe entre 1 x 105 y 1 x 107 bacterias. Por lo tanto, no es de extrañar que la microbiota intestinal del lactante refleje la existente en la leche materna.

Los estudios realizados hasta la fecha indican que, entre las bacterias que se aíslan con mayor frecuencia, destacan diversas especies de los géneros Staphylococcus, Streptococcus, Enterococcus, Lactococcus, Lactobacillus, Weissella y Leuconostoc. En cuanto a las especies, destaca Staphylococcus epidermidis, tanto en distribución (se encuentra prácticamente en la leche de todas las mujeres lactantes sanas) como en lo que respecta a su concentración en dicho fluido (~103 ufc/ml). El hecho de que bacterias pertenecientes a los géneros anteriormente citados se puedan aislar fácilmente de leche materna obtenida en países muy diferentes (en términos geofísicos, socio-económicos y/o culturales) sugiere que su presencia no es un fenómeno aislado sino que, al contrario, se trata de un evento común. Así que, sería lógico considerar que tales bacterias no son el resultado de una mera contaminación de la leche sino que realmente constituyen la microbiota natural de este fluido biológico.

El número de especies bacterianas existentes en la leche de mujeres sanas es bajo, oscilando entre 2 y 12 en cada mujer. A pesar de ello, existe una gran variabilidad interindividual, de tal manera que la leche de cada mujer tiene una composición bacteriana única, de forma análoga a lo que sucede con la microbiota intestinal de niños y adultos.

El origen de las bacterias presentes en la leche humana es objeto de controversia. Globalmente, estudios recientes sugieren que, al menos una parte sustancial de las bacterias comensales existentes en la leche materna, podrían proceder de la microbiota intestinal de la madre y accederían al epitelio de la glándula mamaria a través de la ruta enteromamaria. Se trata de un proceso regulado, responsable del acúmulo de células del sistema inmunitario de origen intestinal en la glándula mamaria lactante y que podría explicar la presencia de bacterias de origen intestinal en la glándula mamaria.

En conclusión, la leche materna representa un conjunto ideal de nutrientes convenientemente preparados para un adecuado desarrollo de la microbiota intestinal infantil.