Hiperalimentación, sedentarismo y enfermedad cardiovascular. La perspectiva evolucionista
Los expertos opinan
José Enrique Campillo Álvarez
Catedrático de Fisiología en la Facultad de Medicina de la Universidad de Extremadura. Su labor investigadora se ha desarrollado en la diabetes, la nutrición humana y el ejercicio físico. En 1989 se le concedió el Premio Nacional de Investigación de la Sociedad Espańola de Diabetes. Sus últimos libros publicados son: El Mono Obeso (Ed. Crítica, 2004) y La Cadera de Eva (Ed. Crítica, 2005).
Hiperalimentación, sedentarismo y enfermedad cardiovascular. La perspectiva evolucionista
Factores que influencian la enfermedad cardiovascular
La enfermedad cardiovascular es la principal causa de mortalidad en las sociedades desarrolladas. A este destino final se llega tras varios años de padecer algunas de las enfermedades llamadas de la opulencia (obesidad, diabetes, dislipemia, hipertensión y aterosclerosis), que suelen darse conjuntamente, ya que forman parte del llamado Síndrome Cardiometabólico. Una determinada condición genética es fundamental para el desarrollo de estas enfermedades; ya que surgen de la expresión inadecuada de un determinado genotipo. Pero la expresión inadecuada de estos genes se debe a la actuación continuada de una serie de factores ambientales como son la hiperalimentación, el sedentarismo, el estrés, el tabaquismo, entre otros. Todos son factores propios de las sociedades desarrolladas y opulentas.
La medicina darwiniana y los genes paleolíticos
Una de las cuestiones que aún no se ha resuelto por completo es el dilucidar cuáles son los mecanismos mediante los cuales el sedentarismo y la hiperalimentación producen enfermedad.
Una de las maneras de abordar esta cuestión es recurriendo a la llamada Medicina Darwiniana, que estudia la patología humana desde una perspectiva evolucionista y considera que muchas de las enfermedades que hoy nos afligen son consecuencia de la incompatibilidad de nuestros genes de la Edad de Piedra, con nuestra forma de vida de la Era Espacial.
Toda nuestra evolución está escrita en nuestros genes. A lo largo de los millones de años de evolución nuestros genes se fueron adaptando a las condiciones de vida y de alimentación que sufrieron nuestros ancestros. Nosotros somos hijos de los supervivientes, los mejor adaptados para sobrevivir bajo las condiciones de vida paleolíticas. Dado que el genoma de los seres humanos apenas se ha modificado en los últimos cien mil años, nuestro genoma actual es, esencialmente, un genoma paleolítico.
Los seres humanos somos hijos del hambre
Según todos los datos paleoantropológicos, nuestros antecesores nunca han sido gente fuerte. No hemos tenido garras, ni colmillos, ni hemos poseído mucha fuerza, ni hemos corrido a mucha velocidad. Con estas condiciones físicas y la pobreza en recursos de casi todos los escenarios en donde transcurrió nuestra evolución, el conseguir alimento debería ser una labor incierta y que requería un gran esfuerzo.
En estas condiciones, a lo largo de los millones de años de evolución, los supervivientes fueron desarrollando un genotipo que les permitía adaptaciones musculares y metabólicas para sobrevivir en estas difíciles condiciones. Esta especial condición genética adquirida a lo largo de la evolución de la especie humana se le denomina “Genotipo ahorrador”.
El sedentarismo promueve enfermedad
Todos los animales, sin excepción, tienen que pagar un precio de gasto energético muscular para conseguir la energía de los alimentos. Así ocurre también con el ser humano que vive bajo condiciones naturales y desarrolla favorablemente su genotipo para permitirle salud y supervivencia. Estos genes del ejercicio favorecen una serie de rutas metabólicas y acciones contráctiles que dotan al organismo de una mayor eficacia muscular. Pero los habitantes de sociedades opulentas son sedentarios; adquieren cada día un montón de calorías con los alimentos, sin tener que pagar un precio energético muscular por conseguirlos. Este sedentarismo crónico ocasiona la expresión inadecuada de estos genes del ejercicio físico y favorecen la enfermedad.
Los genes sobre los que actúa el sedentarismo
La búsqueda de alimento exigía un gran esfuerzo físico a nuestros ancestros, además la supervivencia exigía la posibilidad de contracciones musculares eficientes durante deficientes situaciones metabólicas. Un músculo capaz de trabajar en condiciones de penuria energética era más eficaz para lograr encontrar el alimento necesario. Por eso nuestros ancestros tuvieron que acumular una serie de mutaciones que promovían estas proezas y que permitían una forma de vida con un elevado y constante nivel de actividad física. Cuando estos alelos se enfrentan al sedentarismo del ser humano actual, ocasionan una inactividad de las rutas y propiedades contráctiles que promueven y esto es lo que ocasiona a la larga, una deficiente salud.
Desde este punto de vista darviniano el sedentarismo debe ser considerado una enfermedad carencial que se cura con la práctica habitual de ejercicio físico.
Los efectos de la hiperalimentación
La especie humana ha pasado mucha hambre a lo largo de su evolución. Nuestro genoma se ha adaptado para sobrevivir a ciclos de hambre y abundancia, más frecuentes los primeros. Nuestros ancestros tuvieron que adaptarse a estas carencias acumulando una serie de mutaciones favorables hasta constituir lo que se ha denominado el Genotipo ahorrador (Thrifty genotype). El problema surge cuando este genotipo desarrollado para sobrevivir a la escasez se enfrenta a la abundancia de la vida actual opulenta.
El Genotipo Ahorrador y la vida opulenta
Se han identificado algunas de las mutaciones de un solo nucleótido que sustentan al Genotipo Ahorrador. Las personas que porten en su genoma alguna o varias de estas mutaciones tienen una gran facilidad para desarrollar obesidad y el resto de las enfermedades de la opulencia si no siguen una dieta natural y saludable.
En especial hay cinco circunstancias de la alimentación de los países desarrollados que inciden de manera especial sobre una expresión incorrecta de los genes ahorradores paleolíticos: el exceso de calorías, el abuso de hidratos de carbono rápidos, el exceso de grasas saturadas, la presencia de tóxicos y contaminantes químicos en los alimentos. Y, sobre todo, el embudo alimentario que ocasiona que hayamos reducido a sólo unos polos alimentos toda nuestra alimentación.
Conclusiones
Los individuos portadores del genotipo ahorrador que viven en condiciones naturales con elevada actividad física y una alimentación natural y precisa, su genotipo les confiere ventajas de salud y de supervivencia. Los individuos portadores del genotipo ahorrador que viven en condiciones opulentas con hiperalimentación y sedentarismo sufren una errónea expresión de sus genes y ello les ocasiona las enfermedades de la opulencia, el síndrome cardiometabólico y la enfermedad cardiovascular.
Tenemos que intentar ajustar nuestros genes de la Edad de Piedra a nuestra forma de vida de la Era Espacial. Nuestra dieta debe de ser natural. Debemos mantener nuestro peso correcto y hacer ejercicio diariamente. No olvidar que cuando a las ocho de la tarde vamos a hacer aerobic, salimos a caminar o a correr, lo que pretendemos es pagar la deuda de gasto muscular contraída por la energía ingerida en forma de alimentos a lo largo del día.
Nota: Todas las imágenes de este texto se pueden encontrar en:
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