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Hidratación y rendimiento cognitivo

Los expertos opinan

Ana Adán Puig

 

Ana Adán Puig es profesora titular del Departamento de Psiquiatría y Psicobiología Clínica de la Universidad de Barcelona (UB). Desarrolla su trabajo en la línea de investigación de Psicofarmacología y Drogodependencias, integrada en el Grupo Consolidado de Neuropsicología de la UB. Ha publicado más de 70 artículos científicos en revistas especializadas, 7 libros y 10 capítulos de libro (8 internacionales), actualmente tiene un índice h de 14.

Hidratación y rendimiento cognitivo

Una situación de deshidratación severa (pérdida de más del 5% de agua corporal) conlleva inevitablemente descensos marcados en la capacidad de rendimiento, pudiendo progresar hacia estados de delirio, coma y muerte. La evaluación de individuos en situaciones de deshidratación leve o moderada resulta de enorme interés aplicado, puesto que ello puede producirse con mucha más facilidad durante la realización de actividades diarias estudiantiles o laborales que requieren ejecución cognitiva. Se considera un estado de deshidratación leve a la pérdida de un 1-2% de agua corporal y moderada de un 2-5%. Una adecuada hidratación es un factor protector de sufrir accidentes laborales o desarrollar patologías, promueve la productividad tanto de tareas físicas como mentales y mejora la percepción de activación subjetiva y bienestar (1).

Las habilidades cognitivas más sensibles a afectarse ante situaciones de deshidratación leve o moderada son la coordinación viso-motora, la atención y la memoria a corto plazo y de trabajo (2-5). En todas ellas la hidratación deficitaria produce descensos de rendimiento que correlacionan con la magnitud de la deshidratación. Además, la capacidad de reacción ante la estimulación visual cuando nos hallamos deshidratados prioriza la atención a los estímulos periféricos en detrimento de los centrales. Esto es, un patrón más emocional que racional de atención que puede asociarse a riesgo de accidentalidad si se conduce un vehículo o a una peor resolución de problemas como puede ser una situación de examen.

De especial interés es un estudio reciente con niños de entre 7 y 9 años (6), a los que se evaluó su rendimiento en tareas de atención y memoria hallándose en situación de haber bebido a su voluntad. Mientras un grupo se registró en esta condición a otro se les ofreció para beber lo que desearan de un vaso de 250 ml. de agua media hora antes, observándose en estos últimos una ejecución mejor en todas las tareas. Ello alerta de que los niños tienden a hidratarse de forma insuficiente, de forma similar a lo observado en diversos estudios con ancianos. Dada la extensión horaria de la jornada escolar, sería interesante desarrollar alguna iniciativa para promocionar la adecuada hidratación en los centros escolares.

Los posibles déficits de hidratación no sólo se observan en poblaciones especiales. Cabe destacar que la pauta espontánea de bebida de adultos jóvenes que trabajan en condiciones térmicas elevadas o que deben realizar ejercicio físico intenso sólo supone la compensación de dos tercios del total de agua que pierden. Existe la necesidad de un trabajo de sensibilización y educación al respecto, en especial en colectivos sometidos a situaciones habituales de riesgo de deshidratación. En estos casos se ha constatado que los trabajadores no se hidratan suficientemente a lo largo de la jornada laboral e incluso llegan al trabajo ya en condiciones deficitarias (1). Que duda cabe que ello revierte negativamente no sólo en su estado general sino también en la productividad de actividades que requieran esfuerzo físico y/o mental.

    La deshidratación leve o moderada y sus consecuencias en el organismo pueden paliarse con el consumo de líquidos, como el agua o bebidas con sales minerales las cuales resultan más adecuadas si el riesgo de deshidratación proviene de la realización de ejercicio físico o si nos hallamos en unas condiciones ambientales desfavorables (elevado calor y/o humedad). El efecto positivo en el rendimiento cognitivo tanto del consumo de cafeína como de azúcar es bien conocido, por lo que su consumo puede resultar beneficioso siempre que no se nos hayan contraindicado por alguna circunstancia individual concreta. La cafeína es un estimulante que beneficia la alerta, la atención y el tiempo de reacción, produciéndose ello a dosis bajas como las contenidas en un café o té (40-100 mg.) y tras sólo 10-15 minutos postconsumo (7). La glucosa a dosis de entre 20-100 gr. mejora la alerta, la atención, la ejecución psicomotora y la memoria (8). El consumo conjunto de cafeína y glucosa potencia los efectos constatados con la administración individual de ambas sustancias, beneficiando además el aprendizaje memorístico. Así, el consumo de bebidas que contengan ambas sustancias es una estrategia de hidratación a considerar la cual, además, puede favorecer nuestra ejecución cognitiva.

El estudio de las relaciones entre hidratación y rendimiento cognitivo es una incipiente área de trabajo en la que debe desarrollarse todavía mucha investigación. Pero los hallazgos alertan claramente sobre la importancia de cuidar el estado de hidratación del organismo incluso cuando no percibamos la alarma de sed, ya que de ello depende en buena parte nuestro rendimiento intelectual aunque debamos desarrollarlo en situaciones sedentarias y óptimas condiciones climáticas. Niños, adolescentes y ancianos son las poblaciones más vulnerables a sufrir los perjuicios de una hidratación deficitaria, pero también los adultos jóvenes y sanos corren riesgo de disminuir su rendimiento cognitivo por lo que deben sensibilizarse al respecto cuidando al máximo su estado diario de hidratación.

Referencias
1.    Kenefick RW, Sawka MN. (2007). Hydratation in the work site. J Am Coll Nutr 26, 597S-603S.
2. Grandjean AC, Grandjean NR. (2007). Dehydratation and cognitive performance. J Am Coll Nutr, 26, 549S-554S. J Am Coll Nutr 26, 555S-561S.
3. Lieberman HR. (2007). Hydration and cognition: a critical review and recommendations for future research. J Am Coll Nutr 26, 555S-561S.
4. Maughan RJ, Shirreffs SM, Watson P. (2007). Exercice, heat, hydratation and the brain. J Am Coll Nutr 26, 604S-612S.
5. Szinnai G, Schachinger H, Arnaud MJ, Linder L, Séller U. (2005). Effects of water deprivation on cognitive-motor performance in healthy men and women. Am J Physiol Regul Integr Comp Physiol 289, R275-R280.
6. Edmonds CJ, Burford D. (in press). Should children drink more water?. The effects of drinking water on cognition in children. Appetite. doi: 10.1016/j.appetit.2009.02.010
7. Adan A, Prat G, Fabbri M, Sánchez-Turet M. (2008). Early effects of caffeinated and caffeinated coffee on subjective state, and gender differences. Prog Neuro-Psych Biol Psych 32, 1698-1703.
8. Meykle A, Ribi LM, Stollery B. (2005). Memory processing and the glucose facilitation effect: the effects of stimulus difficulty and memory load. Nutr Neurosci 8, 227-232.