el ácido oleico y el desarollo de la inteligencia
Los expertos opinan
José María Medina Jiménez
Nacido en Ronda (Málaga) en 1944. Doctor en Farmacia con Premio Extraordinario. Farmacéutico Especialista en Bioquímica Clínica. Catedrático Emérito de Bioquímica y Biología Molecular de la Universidad de Salamanca. Ha sido Director del Departamento de Bioquímica y Biología Molecular de la Universidad Autónoma de Madrid, Director del Instituto de Biología Molecular “Severo Ochoa” (CSIC-UAM) y Director del Departamento de Bioquímica y Biología Molecular de la Universidad de Salamanca. Becario del British Council, Fundación Gulbenkian, FEBS Youth Found y Ministerio de Educación y Ciencia. Estancias en el laboratorio del Profesor Sir Hans Krebs, Premio Nobel de Fisiología o Medicina, en Oxford (Inglaterra), en la Eidgenössische Technische Hochschule (ETH) de Zurich y en la Universidad de Lovaina. Director de 34 Tesis Doctorales (13 Premios Extraordinarios) y 43 Trabajos de Licenciatura. Autor de 130 artículos, 42 libros y monografías y 32 Revisiones y Proceedings. Académico de Número de la Real Academia Nacional de Farmacia, Académico de Número de la Real Academia de Doctores de España. Académico de Número de la Real Academia de Medicina de Salamanca. Académico de Número de la Academia de Farmacia de Castilla y León. Académico correspondiente de la Academia Nacional de Medicina de México. Ha sido galardonado con el Premio Reina Sofía de Investigación sobre la Prevención de Deficiencias, Premio a la Trayectoria Científica del Instituto Danone, Premio “María de Maeztu” a la Excelencia Científica
El ácido oleico y el desarrollo de la inteligencia
El ácido oleico además de ser el principal componente del aceite de oliva está presente de manera ubicua en nuestro organismo formando parte de la mayoría de las grasas. Por eso nos llamó la atención cuando descubrimos en nuestro laboratorio que el ácido oleico se comportaba como un factor neurotrófico que hacía crecer las prolongaciones características de las neuronas, aquellas que conocemos como axones y dendritas. En este sentido, la presencia de ácido oleico producía una verdadera transformación en las neuronas, pues éstas migraban para encontrarse unas con otras, emitían axones y dendritas y se comunicaban entre sí. En este proceso dejaban entre sí unos huecos compuestos por axones, equivalente a la “materia blanca”, mientras que sus somas se agrupaban estrechamente formando estructuras propias de la “materia gris”. Al observar este extraordinario fenómeno, decidimos estudiar el efecto neurotrófico del ácido oleico mediante técnicas bioquímicas y de biología molecular.
Con estos métodos pudimos demostrar que el ácido oleico procede de los astrocitos que lo sintetizan mediante una vía metabólica extraordinariamente regulada. De hecho es la albúmina sérica la que entra en el astrocito y dirige la síntesis de ácido oleico mediante la inducción de la enzima clave para la síntesis del ácido graso, es decir, la esteril-CoA desaturasa (SCD), mediante un complejo mecanismo que implica al SREBP-1, un factor de transcripción clave en el metabolismo de las grasas. Una vez sintetizado, el ácido oleico es transportado por la albúmina a las neuronas, donde induce los cambios antes mencionados. En efecto, una vez en la neurona, el ácido oleico aumenta la expresión de la doblecortina (DXC), una proteína directamente implicada en la migración neuronal.
Esta será la señal para el agrupamiento de las neuronas, necesario para disminuir la distancia entre ellas. Al mismo tiempo, el ácido oleico promueve el crecimiento de los axones y dendritas mediante las inducción de la GAP-43 y de la MAP-2, proteínas específicas del crecimiento axonal y dendrítico, respectivamente. Finalmente, el ácido oleico lleva a cabo todo lo necesario para la creación de la sinapsis, es decir, la delicada estructura que pone en comunicación unas neuronas con otras. Para ello, el ácido oleico promueve la síntesis de las proteínas pre- y post-sinápticas (sinaptotagmina y PSD95, respectivamente) y, finalmente, las acerca para su ensamblaje definitivo.
Estos hechos reflejan el papel del ácido oleico en el desarrollo cerebral, especialmente durante el periodo perinatal en el que la corteza cerebral se perfecciona mediante la adquisición de neuronas procedentes de la “neurogénesis secundaria” que tiene lugar en la zona subventricular. Este proceso es de vital importancia, puesto que la hemorragia intracraneal en el recién nacido interrumpe la neurogénesis secundaria causando un retraso mental irreversible. Pues bien, en los alrededores del parto la concentración de ácido oleico sube extraordinariamente, en paralelo con el incremento albúmina y la caída de la alfa-fetoproteína. Por consiguiente, pensamos que el ácido oleico esta contribuyendo al desarrollo del cerebro en el momento de su mayor sofisticación, sirviendo de factor neurotrófico que dirige el desarrollo de las neuronas durante este periodo.
Estos hechos ponen de manifiesto el posible efecto beneficioso del aceite de oliva en el desarrollo de la inteligencia. Es más, muy recientemente se ha descubierto que el ácido oleico puede pasar la barrera hematoencefálica como componente de ciertos lisofosfolípidos, los cuales son captados de forma específica por receptores ad hoc. Asimismo, el ácido oleico es capaz de reparar estructuras nerviosas dañadas, tal como ha demostrado el grupo del Dr. Taylor del Hospital de Paraplégicos de Toledo al conseguir reparar la espina dorsal dañada de manera experimental en ratas.