suplementación y/o forticación con ácido fólico. ¿Es conveniente cuando se desconoce el estatus de vitamina B12?
Los expertos opinan
Teresa Partearroyo Cediel
Teresa Partearroyo Cediel es Licenciada en Farmacia, trabaja como personal investigador en la Sección de Nutrición de la Facultad de Farmacia de la Universidad San Pablo CEU de Madrid. Ha recibido varios premios por trabajos de investigación, y ha publicado diversos documentos científicos en congresos tanto nacionales como internacionales.
Suplementación y/o fortificación con ácido fólico, ¿es conveniente cuando se desconoce el estatus de vitamina B12?
El ácido fólico (AF) es una vitamina hidrosoluble de creciente interés debido a sus nuevas funciones. A partir de 1940, se empezó a utilizar para prevenir la aparición de la anemia macrocítica y megaloblástica y también para revertirla. Desde principios de los años 90, se sabe que previene los defectos del tubo neural y, consecuentemente, se empezó a recomendar el uso generalizado de suplementos con ácido fólico en mujeres en edad fértil en prácticamente todos los países. Otra de las nuevas funciones para la vitamina es la regulación de homocisteína, aminoácido tóxico que, a concentraciones elevadas, constituye un factor de riesgo de enfermedad cardiovascular. El AF también podría jugar un papel importante en la prevención de cáncer, sobre todo cáncer colorrectal, además de mejorar la función neurocognitiva.
Los efectos beneficiosos anteriormente descritos se pueden ver ensombrecidos por posibles efectos perjudiciales, como consecuencia de que un consumo elevado puede hacer que la vitamina actúe como xenobiótico más que como nutriente. Y es que, aunque se considera al AF como una vitamina potencialmente segura, no se dispone de información sobre posibles efectos negativos en el caso de consumo en cantidades elevadas y suplementación habitual en los países occidentales.
En 1998 en EEUU y Canadá se implantó una política nutricional de fortificación obligatoria con AF en harina y alimentos derivados. Esta política nutricional se estableció tras una propuesta de la Food and Drug Administration (FDA), y con el objetivo de prevenir los defectos del tubo neural. Sin embargo, esta medida está suscitando una fuerte polémica, ya que se desconocen los efectos a medio y largo plazo sobre la población en general, así como la dosis mínima eficaz y segura de esta vitamina. A esta política nutricional se han unido recientemente más de 40 países. En cambio, actualmente en Europa sólo ha sido implantada en Hungría, como consecuencia de una política de prevención y evaluación del riesgo/beneficio de mayor tradición.
Uno de los efectos negativos potenciales más estudiados es el enmascaramiento producido por el AF sobre los síntomas relacionados con la carencia de vitamina B12. Los efectos de la deficiencia en vitamina B12 consisten en anemia megaloblástica y alteraciones neurológicas: la anemia puede ser revertida con suplementos de AF, pero las alteraciones neurológicas son irreversibles, y no se pueden revertir con estos suplementos. Morris y col. [1] observaron que un bajo estado en vitamina B12 y folato sérico elevado estaban asociados con daño cognitivo y anemia en personas de edad avanzada, pero un estado normal en vitamina B12 y elevado en folato sérico se asociaba con una protección frente al daño cognitivo. Yajnik [2] también mostró que elevadas concentraciones de folato sérico con deficiencias en vitamina B12 en mujeres embarazadas provocaban una mayor resistencia a la insulina en su descendencia. Ello ha llevado a una controversia sobre los efectos de la suplementación y/o fortificación con AF en personas con déficit en vitamina B12. En este sentido, y ante la evidencia de datos obtenidos de estudios animales y observaciones clínicas, Kim [3] sugiere que el folato posee un efecto de modulación dual sobre el desarrollo y progresión de cáncer colorrectal, dependiendo de ritmo y de la dosis de la intervención con folato. Así, la deficiencia tiene un efecto de inhibición mientras que la suplementación con AF acelera la progresión de neoplasmas colorrectales ya establecidos. Por el contrario, la deficiencia de folato en mucosa colorrectal normal parece predisponer a la transformación neoplásica, y niveles modestos de suplementación con AF suprime, mientras que dosis de suplementación suprafisiológicas aumenta el desarrollo de cáncer colorrectal en mucosa colorrectal normal.
Por otra parte, la suplementación con AF acompañada de déficit de B12 y de una baja actividad de la enzima metionina sintasa, implicada en el ciclo metabólico de la metionina en el que participan ambas vitaminas, podría ser una de las causas del posible incremento en el proceso carcinogénico colorrectal en personas con sintomatología ya instaurada. Choi y col. [4] observaron que una deficiencia dietaria de vitamina B12 puede predisponer a carcinogénesis en ratas. Además, pacientes con anemia perniciosa por deficiencia en vitamina B12, pueden sufrir incremento en el riesgo de padecer adenocarcinoma colorrectal en los 5 años después del diagnóstico [5].
Por último, la deficiencia de folato puede conducir a muchas anomalías clínicas, incluyendo la reducción de la función inmune. Por tanto, otro de los efectos de la suplementación con AF sería la mejora en la función inmune. Catherine y col. [6], al complementar una dieta suficiente en folato con folato adicional, observaron que mejoraba la respuesta proliferativa a mitógenos, la distribución de las células de T en el nodo de linfa mesentérica y cambios relacionados con la edad en la producción de citoquinas en el bazo. Todo ello sugiere que el requerimiento dietético de folato para tratar de mantener la función inmune puede ser más elevado en la población de edad avanzada que en una población más joven. Por otro lado, Tamura y col [7] observaron que la vitamina B12 puede jugar un papel importante en la inmunidad celular. Así, en personas con deficiencia en vitamina B12 disminuye significativamente el número de células CD8+ y se suprime la actividad celular de las Natural Killers. En este sentido, sería interesante determinar la influencia de la vitamina B12 en el metabolismo del folato, y por otro lado determinar si el AF no metabolizado podría ser también “culpable” de su efecto dual.
Conclusión:
Hay que ser cauteloso a la hora de suplementar y/o fortificar con AF de forma indiscriminada hasta disponer del conocimiento confirmado de la influencia de la vitamina B12 en el metabolismo del folato y sus posibles efectos adversos.
Bibliografía:
1. Morris MS, et al., Folate and vitamin B-12 status in relation to anemia, macrocytosis, and cognitive impairment in older Americans in the age of folic acid fortification. Am J Clin Nutr, 2007. 85(1): p. 193-200.
2. Yajnik C, Nutritional control of fetal growth. Nutr Rev, 2006. 64(5 Pt 2): p. S50-1.
3. Kim YI, Will mandatory folic acid fortification prevent or promote cancer? Am J Clin Nutr, 2004. 80: p. 1123-1128.
4. Choi SW, et al., Vitamin B-12 deficiency induces anomalies of base substitution and methylation in the DNA of rat colonic epithelium. J Nutr, 2004. 134(4): p. 750-5.
5. Talley NJ, et al., Risk for colorectal adenocarcinoma in pernicious anemia. A population-based cohort study. Ann Intern Med, 1989. 111(9): p. 738-42.
6. Troen AM, et al., Unmetabolized folic acid in plasma is associated with reduced natural killer cell cytotoxicity among postmenopausal women. J Nutr, 2006. 136(1): p. 189-94.
7. Tamura J, et al., Immunomodulation by vitamin B12: augmentation of CD8+ T lymphocytes and natural killer (NK) cell activity in vitamin B12-deficient patients by methyl-B12 treatment. Clin Exp Immunol, 1999. 116(1): p. 28-32.
Los efectos beneficiosos anteriormente descritos se pueden ver ensombrecidos por posibles efectos perjudiciales, como consecuencia de que un consumo elevado puede hacer que la vitamina actúe como xenobiótico más que como nutriente. Y es que, aunque se considera al AF como una vitamina potencialmente segura, no se dispone de información sobre posibles efectos negativos en el caso de consumo en cantidades elevadas y suplementación habitual en los países occidentales.
En 1998 en EEUU y Canadá se implantó una política nutricional de fortificación obligatoria con AF en harina y alimentos derivados. Esta política nutricional se estableció tras una propuesta de la Food and Drug Administration (FDA), y con el objetivo de prevenir los defectos del tubo neural. Sin embargo, esta medida está suscitando una fuerte polémica, ya que se desconocen los efectos a medio y largo plazo sobre la población en general, así como la dosis mínima eficaz y segura de esta vitamina. A esta política nutricional se han unido recientemente más de 40 países. En cambio, actualmente en Europa sólo ha sido implantada en Hungría, como consecuencia de una política de prevención y evaluación del riesgo/beneficio de mayor tradición.
Uno de los efectos negativos potenciales más estudiados es el enmascaramiento producido por el AF sobre los síntomas relacionados con la carencia de vitamina B12. Los efectos de la deficiencia en vitamina B12 consisten en anemia megaloblástica y alteraciones neurológicas: la anemia puede ser revertida con suplementos de AF, pero las alteraciones neurológicas son irreversibles, y no se pueden revertir con estos suplementos. Morris y col. [1] observaron que un bajo estado en vitamina B12 y folato sérico elevado estaban asociados con daño cognitivo y anemia en personas de edad avanzada, pero un estado normal en vitamina B12 y elevado en folato sérico se asociaba con una protección frente al daño cognitivo. Yajnik [2] también mostró que elevadas concentraciones de folato sérico con deficiencias en vitamina B12 en mujeres embarazadas provocaban una mayor resistencia a la insulina en su descendencia. Ello ha llevado a una controversia sobre los efectos de la suplementación y/o fortificación con AF en personas con déficit en vitamina B12. En este sentido, y ante la evidencia de datos obtenidos de estudios animales y observaciones clínicas, Kim [3] sugiere que el folato posee un efecto de modulación dual sobre el desarrollo y progresión de cáncer colorrectal, dependiendo de ritmo y de la dosis de la intervención con folato. Así, la deficiencia tiene un efecto de inhibición mientras que la suplementación con AF acelera la progresión de neoplasmas colorrectales ya establecidos. Por el contrario, la deficiencia de folato en mucosa colorrectal normal parece predisponer a la transformación neoplásica, y niveles modestos de suplementación con AF suprime, mientras que dosis de suplementación suprafisiológicas aumenta el desarrollo de cáncer colorrectal en mucosa colorrectal normal.
Por otra parte, la suplementación con AF acompañada de déficit de B12 y de una baja actividad de la enzima metionina sintasa, implicada en el ciclo metabólico de la metionina en el que participan ambas vitaminas, podría ser una de las causas del posible incremento en el proceso carcinogénico colorrectal en personas con sintomatología ya instaurada. Choi y col. [4] observaron que una deficiencia dietaria de vitamina B12 puede predisponer a carcinogénesis en ratas. Además, pacientes con anemia perniciosa por deficiencia en vitamina B12, pueden sufrir incremento en el riesgo de padecer adenocarcinoma colorrectal en los 5 años después del diagnóstico [5].
Por último, la deficiencia de folato puede conducir a muchas anomalías clínicas, incluyendo la reducción de la función inmune. Por tanto, otro de los efectos de la suplementación con AF sería la mejora en la función inmune. Catherine y col. [6], al complementar una dieta suficiente en folato con folato adicional, observaron que mejoraba la respuesta proliferativa a mitógenos, la distribución de las células de T en el nodo de linfa mesentérica y cambios relacionados con la edad en la producción de citoquinas en el bazo. Todo ello sugiere que el requerimiento dietético de folato para tratar de mantener la función inmune puede ser más elevado en la población de edad avanzada que en una población más joven. Por otro lado, Tamura y col [7] observaron que la vitamina B12 puede jugar un papel importante en la inmunidad celular. Así, en personas con deficiencia en vitamina B12 disminuye significativamente el número de células CD8+ y se suprime la actividad celular de las Natural Killers. En este sentido, sería interesante determinar la influencia de la vitamina B12 en el metabolismo del folato, y por otro lado determinar si el AF no metabolizado podría ser también “culpable” de su efecto dual.
Conclusión:
Hay que ser cauteloso a la hora de suplementar y/o fortificar con AF de forma indiscriminada hasta disponer del conocimiento confirmado de la influencia de la vitamina B12 en el metabolismo del folato y sus posibles efectos adversos.
Bibliografía:
1. Morris MS, et al., Folate and vitamin B-12 status in relation to anemia, macrocytosis, and cognitive impairment in older Americans in the age of folic acid fortification. Am J Clin Nutr, 2007. 85(1): p. 193-200.
2. Yajnik C, Nutritional control of fetal growth. Nutr Rev, 2006. 64(5 Pt 2): p. S50-1.
3. Kim YI, Will mandatory folic acid fortification prevent or promote cancer? Am J Clin Nutr, 2004. 80: p. 1123-1128.
4. Choi SW, et al., Vitamin B-12 deficiency induces anomalies of base substitution and methylation in the DNA of rat colonic epithelium. J Nutr, 2004. 134(4): p. 750-5.
5. Talley NJ, et al., Risk for colorectal adenocarcinoma in pernicious anemia. A population-based cohort study. Ann Intern Med, 1989. 111(9): p. 738-42.
6. Troen AM, et al., Unmetabolized folic acid in plasma is associated with reduced natural killer cell cytotoxicity among postmenopausal women. J Nutr, 2006. 136(1): p. 189-94.
7. Tamura J, et al., Immunomodulation by vitamin B12: augmentation of CD8+ T lymphocytes and natural killer (NK) cell activity in vitamin B12-deficient patients by methyl-B12 treatment. Clin Exp Immunol, 1999. 116(1): p. 28-32.