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dieta y depresión

Los expertos opinan

Almudena Sánchez-Villegas

 

Doctora en Farmacia, desde 2003, Almudena Sánchez-Villegas es Profesora Titular de Medicina Preventiva y Salud Pública en la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria. En el curso académico 2005-2006 fue Research Fellow en el Departamento de Nutrición de la Harvard School of Public Health (Boston). Es autora de más de 40 capítulos de libro y co-editora de dos manuales “Estadística Amigable” y “Estilos de vida y Salud Pública. Ha publicado artículos científicos en revistas internacionales tales como el Archives of General Psychiatry,  American Journal of Clinical Nutrition, Diabetes Care o British Journal of Nutrition

Dieta y depresión

El trastorno depresivo mayor es la principal causa de años de vida vividos con discapacidad a nivel mundial y la tercera causa entre los países desarrollados. Es conocido que en los últimos 100 años, la edad media de aparición de esta enfermedad ha disminuido y su incidencia ha aumentado en los países desarrollados. Por tanto, las estrategias preventivas resultan esenciales para reducir su impacto y coste a nivel poblacional. Aunque se ha sugerido un efecto beneficioso de la práctica de actividad física sobre esta patología, otras medidas preventivas, incluida la dieta, han sido poco analizadas y estudiadas. El efecto protector sobre la depresión de algunos componentes dietéticos, se ha puesto de manifiesto en diversos estudios epidemiológicos.

Los ácidos grasos omega-3 son un tipo de grasas cuyas principales fuentes son las semillas, aceites vegetales y pescados. Los pescados azules, en concreto, son importantes fuentes de ácido eicosapentaenoico (AEP) y ácido docoxohexaenoico (ADH). Los efectos sobre la salud de estos dos ácidos grasos omega-3 han sido ampliamente estudiados, sobre todo en relación a la salud cardiovascular. El ADH forma parte de las membranas neuronales donde aumenta su fluidez y funcionalidad, mejorando la comunicación y el transporte entre células. El AEP, a su vez, tiene propiedades antiinflamatorias, inhibiendo la producción de ciertas sustancias inflamatorias, las citoquinas, como la IL-6 o el factor de necrosis tumoral alfa (TNF- α). Estas citoquinas se han visto implicadas en la alteración de la producción de neurotransmisores como la serotonina o la dopamina. Estos neurotransmisores se encuentran implicados directamente en la transmisión de la señal nerviosa y su déficit se asocia claramente con la etiología del proceso depresivo. Además, estas citoquinas inhiben la producción del factor neurotrófico cerebral, proteína de gran importancia en el mantenimiento y regeneración de las redes neuronales y cuya concentración se ha visto disminuida en pacientes con depresión.

Por otro lado, ciertas vitaminas del grupo B como el ácido fólico y las vitaminas B6 y B12 actúan en diversos procesos enzimáticos que culminan con la producción de neurotransmisores como la serotonina, la noradrenalina y la dopamina. Un déficit en estos nutrientes se asociaría, por tanto, con una disminución en la síntesis de neurotransmisores.

Por otro lado, algunos alimentos como el aceite de oliva se han asociado con una reducción del riesgo de depresión. Su capacidad antioxidante y anti-inflamatoria se debe, en parte, a su elevada concentración en diversas sustancias como los polifenoles. Estos compuestos ejercen su efecto beneficioso a nivel de endotelio, tejido responsable de la síntesis de factor neurotrófico cerebral. Este alimento además, es responsable de la síntesis de oleamida, un tipo de grasa que se ha visto asociada con un aumento del umbral del dolor y con la inducción del sueño. El aceite de oliva, produce, además, mejoras en la actividad de los neurotransmisores.

Sin embargo, el interés actual de los investigadores nutricionales se centra en el análisis de patrones completos de alimentación ya que los diferentes nutrientes y alimentos podrían interactuar entre sí aumentando o disminuyendo su efecto a nivel individual. Diversos estudios epidemiológicos han analizado la asociación entre el seguimiento de diversos patrones dietéticos y la depresión. En general, aquellos patrones ricos en frutas, verduras y pescados se han asociado con menores riesgos de depresión mientras que los patrones caracterizados por un alto consumo de comidas procesadas, hamburguesas, azúcares o productos lácteos enteros se han relacionado con mayores valores de depresión. En este contexto, un estudio español, el proyecto “Seguimiento Universidad de Navarra (SUN)”, analizó la relación entre el seguimiento de un patrón de dieta Mediterránea y la aparición de casos nuevos de depresión a lo largo de los años en un grupo de graduados universitarios. En este estudio, la adhesión a un patrón de Dieta Mediterránea se asoció con una reducción en torno al 40% en el riesgo de depresión. Este patrón dietético se caracteriza por un alto consumo de aceite de oliva, frutas y frutos secos, cereales, legumbres, verduras y pescados, un moderado consumo de alcohol y un bajo consumo de carnes rojas y productos lácteos enteros. Los constituyentes de este patrón como el aceite de oliva u otros como frutas, legumbres, frutos secos o pescados, importantes fuentes de vitaminas y omega-3, junto con las propiedades anti-inflamatorias y antioxidantes atribuidas a este patrón dietético, podrían explicar los hallazgos obtenidos. Los resultados de este análisis fueron publicados en el año 2009 en la revista especializada Archives of General Psychiatry.

Sin embargo, debemos considerar que los resultados, aunque prometedores, necesitan ser reforzados por otros análisis similares que den consistencia a los hallazgos encontrados. La epidemiología, la salud pública, la nutrición y la psiquiatría deben, por ello, realizar esfuerzos conjuntos para fomentar esta línea de conocimiento ya que los hallazgos encontrados hasta el momento apuntan a que diferentes componentes de la dieta o incluso una forma de alimentación como la Mediterránea tienen mucho que decir en la prevención de esta enfermedad.