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Bebidas Fermentadas y crecimiento fumoral

Los expertos opinan

Rosa Mª Sainz

Doctora en Biología por la Universidad de Oviedo en 1998 y en la actualidad Investigadora contratada bajo el “Programa Ramón y Cajal” financiado por el Ministerio de Ciencia e Innovación y miembro de la unidad de “Compuestos Bioactivos de los Alimentos y Cáncer” del Instituto Universitario de Oncología del Principado de Asturias desde el ańo 2005. Sus líneas de investigación se centran en el estudio de los mecanismos de supervivencia de las células tumorales, el papel de los antioxidantes naturales de la dieta en la prevención de la progresión tumoral y en el aislamiento y caracterización de compuestos bioactivos presentes en bebidas fermentadas como la cerveza o la sidra con propiedades antitumorales. Colabora desde el ańo 2001 al con la Universidad de Texas y además colabora con distintas instituciones nacionales como el Instituto de Fermentaciones Industriales del CSIC o la Universidad de Badajoz.

Bebidas fermentadas y crecimiento tumoral

El cáncer es de todas las enfermedades crónicas la única en la que el índice de mortalidad no ha disminuido significativamente en los últimos 50 años. Datos epidemiológicos demuestran que esto no es así para enfermedades cerebrovasculares o infecciosas, en las cuales durante los últimos 50 años el índice de mortalidad ha disminuido considerablemente. Los grandes esfuerzos de investigadores, instituciones sanitarias y gubernamentales han incrementado considerablemente el conocimiento de la biología molecular de la enfermedad, lo que ha permitido establecer nuevas estrategias terapéuticas o aumentar los sistemas de chequeo para una detección temprana de la patología en la población. Sin embargo, no hay hasta la fecha una estrategia terapéutica efectiva en tumores especialmente resistentes a las terapias convencionales como el cáncer de próstata, melanoma o glioma. Además determinados tipos de cáncer son más comunes en unas sociedades que en otras y, hasta la fecha, no parecen estar claramente asociados a una modificación del genoma. De hecho, algunos tipos de tumores como el de próstata, colon, pulmón o mama son más frecuentes en países occidentales. Mientras que otros como el cáncer de cuello de útero o cérvix son más comunes en países poco desarrollados como la India. Si a esto sumamos el hecho de que la probabilidad de que dos hermanos gemelos desarrollen el mismo tumor es tan sólo del 20%, parece claro que la influencia de la genética es menor de lo esperado y que nuestros hábitos de vida han de ser considerados en la prevención de la progresión tumoral o en la mejora del tratamiento de la enfermedad.

Los movimientos migratorios de japoneses tras la segunda guerra mundial desde su país de origen a Estados Unidos pusieron de manifiesto un claro ejemplo de la influencia de los hábitos de vida en la progresión tumoral, en concreto en el cáncer de próstata. La incidencia y/o prevalencia del cáncer de próstata en los japoneses es una de las más bajas del mundo pero en aquellos individuos que tras la segunda guerra mundial emigraron a Estados Unidos la incidencia aumentó a lo largo de sucesivas generaciones hasta alcanzar a día de hoy valores semejantes a los de la población de este país. De hecho, un estudio detallado del fenómeno demostró que existía una clara diferencia entre la población japonesa que continuó con sus hábitos alimenticios tras su cambio de residencia a América y aquellos que cambiaron sus costumbres a los hábitos alimenticios de los americanos. Aquellos individuos que mantuvieron su dieta original, con un bajo contenido en grasas y un elevado consumo de frutas y verduras, mantienen la misma incidencia de la población japonesa de origen. Esto puso en alerta al colectivo de investigadores y oncólogos y los resultados han sido también observados en otros tipos de tumores frecuentes.

En este sentido, se recomienda el consumo de fruta y vegetales para la prevención del cáncer desde hace años. Éstos son una excelente fuente de fibra, vitaminas y minerales, pero también, contienen un alto componente de compuestos bioactivos como polifenoles, terpenos, alcaloides y ácidos fenólicos que pueden ser los responsables de sus propiedades beneficiosas para la salud, más allá de los propios beneficios nutricionales. En la actualidad, hay aislados y reconocidos numerosos compuestos de los alimentos que inhiben el crecimiento tumoral [Tabla 1].

Hay que tener en cuenta que la tumorigénesis es un proceso complejo con numerosas etapas. Hay factores ambientales que pueden causar daños en los componentes celulares que en último término causan la enfermedad. La presencia de los componentes de los alimentos anteriormente mencionados es capaz de prevenir este daño celular y así evitar las modificaciones iniciales que son en último término responsables del proceso tumoral. Además algunos de estos compuestos son también capaces de evitar etapas posteriores donde los tumores avanzan y se mueven desde su punto de origen a otros órganos distantes, fenómeno conocido como metástasis, que es en la mayoría de los casos el responsable último de las consecuencias fatales de esta enfermedad. La ventaja de estos compuestos bioactivos de los alimentos reside en su seguridad y falta de efectos farmacológicos secundarios, puesto que son sustancias comúnmente ingeridas por todos nosotros como afirman investigadores del prestigio del Dr. Bharat B. Aggarwal de la Clínica Anderson en Houston, Texas. Por este motivo, hoy en día el concepto de quimioprevención ha adquirido un gran interés. Éste se basa en el consumo de alimentos ricos en compuestos bioactivos antitumorales con el fin de prevenir la tumorigenesis. Por otro lado, además del aspecto preventivo de estas sustancias, numerosos grupos de investigación intentan aislar y caracterizar sustancias a partir de los alimentos que puedan emplearse individualmente o en combinación con agentes farmacológicos utilizados comúnmente en la clínica. Además de la propia acción preventiva de estos compuestos, esta combinación con agentes quimioterápicos podría facilitar o potenciar la eficacia de los tratamientos convencionales, en ocasiones ineficaces y/o extremadamente tóxicos, o bien evitar el daño colateral de los tratamientos antitumorales que es lo que en muchos casos limita su utilización. Si a esto sumamos el hecho del bajo coste de producción o aislamiento de estos compuestos los beneficios sociales de la investigación en estos compuestos está claramente justificado.

El cáncer de próstata, es modelo de estudio por nuestro grupo de investigación en el Instituto Universitario de Oncología del Principado de Asturias. Este es una enfermedad claramente asociada al envejecimiento, siendo la principal causa de muerte debida a cáncer en varones de países occidentales y ya es el tumor más frecuente entre los hombres en España según datos publicados recientemente por la Asociación Española Contra el Cáncer en su informe anual. Además, es un tumor extremadamente resistente a las terapias convencionales y en su progresión, no han sido implicados cambios en la expresión de genes específicos como ocurre en otros tipos de tumores. Por esto y por el hecho de que este tumor es especialmente sensible a los compuestos bioactivos aislados de distintos alimentos nuestro grupo estudia la biología molecular del tumor y su respuesta a la manipulación con agentes que tienen propiedades antioxidantes y antitumorales. Uno de nuestros resultados más recientes, financiado gracias al Centro de Información Cerveza y Salud, ha puesto de manifiesto que existen en el componente seco de distintos tipos de cerveza agentes capaces de inhibir el crecimiento de células de cáncer de próstata humanas y disminuir la producción de un marcador periférico especifico, el antígeno específico de próstata (PSA) que se emplea en la actualidad para monitorizar la progresión del tumor en pacientes diagnosticados con hiperplasia o neoplasia prostática. Más interesante aún es que de los compuestos aislados hasta la fecha como componentes bioactivos de las cervezas no hemos encontrado a uno sólo como principal responsable de esta actividad antitumoral, sino que el efecto podría deberse a un conjunto de sustancias. Además dependiendo del tipo de cerveza la actividad antitumoral fue más o menos intensa, siendo el componente seco – sin agua y alcohol – de la cerveza negra el más potente en inhibir el crecimiento de células tumorales prostáticas. Dado el interés regional de la sidra, otra bebida fermentada de baja graduación y de alto consumo, por ejemplo en nuestra región en Asturias, también evaluamos la actividad antitumoral del componente seco de ésta en el mismo modelo tumoral de próstata y obtuvimos los mismos prometedores resultados. La conclusión obtenida de nuestros resultados ha sido presentada en el Congreso anual de la Sociedad Europea para la Investigación en Cáncer (EACR) y acogidos con interés por otros investigadores del panorama nacional e internacional. Aunque estamos lejos de saber cuál/es pueden ser las moléculas responsables de esta actividad, o bien, si es necesaria la combinación de distintos componentes de estas bebidas de uso común en nuestro país sí parece claro que en la cerveza o la sidra debe existir uno o varios compuestos con propiedades antitumorales potenciales que deben ser explorados en profundidad. De igual modo, teniendo en cuenta que nosotros eliminamos el alcohol de dichas bebidas para valorar la actividad antitumoral del componente seco exclusivamente debemos estudiar en detalle el impacto de consumo de estas bebidas en su formato habitual incluidos el agua y el alcohol, ya que este último condicionaría evidentemente la cantidad máxima recomendada a ingerir.

Si desde el campo de la ciencia o la clínica se puede hacer una recomendación clara y segura a la población es que el consumo de frutas y vegetales así como de estas bebidas fermentadas (en las cantidades adecuadas) parece beneficioso para prevenir o al menos impedir el crecimiento tumoral. La investigación científica llevada a cabo por grupos de investigación nacionales e internacionales, de las más prestigiosas instituciones, es alentadora en la búsqueda de nuevos compuestos antitumorales más efectivos y menos tóxicos que los conocidos hasta la fecha en estos alimentos pero mientras esperamos la identificación de estas moléculas podemos ser fieles a la afirmación de Hipocrates “El mantenimiento de la salud se efectúa a través de la dieta y la higiene.