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Avances en Nutrición y Obesidad

Los expertos opinan

J. Alfredo Martínez Hernández

(Soria, 1957). Director de Línea Especial Obesidad y Nutrición en la Universidad de Navarra desde 1998. Sus títulos son: Doctor, Registered Nutritionist y Registered Public Health Nutritionist. Responsabilidades académicas: Postdoctoral Fellow (Nottingham University); Profesor Titular Universidad de Santiago; Catedrático Universidad del País Vasco; Catedrático de Nutrición Universidad de Navarra; Director de los Cursos a Distancia sobre Nutrición y Salud; Otras actividades: Presidente de la Sociedad Espańola de Nutrición (SEN); Fellow of the American Society for Clinical Nutrition; Académico correspondiente de la Real Academia de Farmacia; y Asesor de la Unión Europea sobre temas académicos y relacionados con la Nutrición.

Avances en Nutrición y Obesidad

El peso y la composición corporal permanecen relativamente constantes en el individuo adulto por largos periodos de tiempo, a pesar de las fluctuaciones cotidianas en la ingesta y gasto energético. En este sentido, se asume la existencia de procesos de regulación, que ajustan con precisión el aporte de nutrientes combustibles y las demandas de energía con objeto de mantener una masa corporal estable. Este equilibrio parece incluir una serie de mecanismos fisiológicos altamente integrados, que contribuyen a la regulación del peso corporal y los depósitos de tejido adiposo.

La obesidad se define como un exceso de grasa corporal debido a un balance positivo en la ecuación energética bien por una ingesta excesiva, bien por un descenso en el gasto energético, o desequilibrios en ambos factores. La obesidad se asocia con diferentes condiciones fisiopatológicas, (diabetes, hiepercolesterolemia ….) que conllevan un alto coste económico y de gran relevancia en salud pública. Además, la creciente tasa de obesidad en los últimos años sugiere que influencias culturales y sociales, pueden intervenir en el ajuste de la ecuación energética junto con determinantes genéticos y fisiopatológicos. Así, se estima que entre el 25-35% de la variación en los fenotipos relacionados con la obesidad es hereditario, mientras que las influencias ambientales podrían explicar cerca del 30% de los casos de obesidad.

El enorme incremento en la prevalencia de la obesidad en poblaciones, cuyos antecedentes genéticos han permanecido relativamente estables, aporta una confirmación de que los agentes ambientales pueden tener una importancia considerable. En este sentido, es evidente que el proceso de modernización y reestructuración socioeconómica en países desarrollados y en vías de desarrollo ha modificado los modelos nutricionales y de actividad física.

Los sistemas de alimentación han mejorado la disponibilidad de alimentos de alta densidad energética, mientras que los estilos de vida sedentarios están extendiéndose constantemente. Por otra parte, estudios poblacionales han revelado una fuerte asociación entre los hábitos dietéticos y la inactividad física con las situaciones de sobrepeso y obesidad. Además, estudios prospectivos han suministrado evidencias complementarias, sugiriendo que el ejercicio físico puede contribuir a prevenir las situaciones de sobrepeso y obesidad.

El papel de la ingesta de grasa tanto en la prevalencia de sobrepeso y obesidad, como en su tratamiento está sometido a controversia científica. Así, en contra de lo que se había sostenido en los últimos años, algunos investigadores ha presentado provocativos argumentos en contra de la implicación de la ingesta lipídica en el desarrollo y mantenimiento de una situación de obesidad, basándose en evidencias clínicas y en la evaluación de los diferentes estudios nutricionales publicados. Entre los argumentos de más peso se encontraría el hecho de que la epidemia de obesidad continúa extendiéndose, incluso en aquellos países en los que la ingesta de grasa ha disminuido como consecuencia de las campañas preventivas emprendidas desde los diferentes organismos de salud pública. Otros autores sostienen, sin embargo, que el consumo elevado de grasa conduce de forma pasiva a ingestas energéticas excesivas, y a un menor gasto energético derivado del reducido efecto termogénico asociado a los lípidos.

El tratamiento dietético de la obesidad debería tener como objetivo incluir desequilibrios tanto en el balance energético como en el lipídico. Además, la reducción en el consumo de alcohol evitaría el efecto inhibitorio sobre la oxidación lipídica mostrada en diferentes estudios. Finalmente, el incremento de la actividad física de una forma moderada constituye otra forma de contrapesar una baja capacidad oxidativa en reposo, ya que la realización de ejercicio físico aeróbico regular aumenta la oxidación lipídica tanto durante el desarrollo del mismo como en las horas posteriores a su finalización.

En resumen, las tasas de obesidad del orden del 10-15% en Europa, justifican los esfuerzos de la comunidad científica para conocer las causas de la obesidad, entre las que se encuentran componentes genéticos y endocrinos junto con factores ambientales (hábitos dietéticos y modelos de actividad física).