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Los alimentos de primavera y sus propiedades nutricionales

A lo largo del día, nosotros podemos ir cubriendo nuestras necesidades hídricas a partir de la toma de distintos tipos de líquido: agua, infusiones, sopas, zumos y otro tipo de bebidas, pero lo cierto es que el agua debería ser la que predomine en nuestros hábitos de hidratación diarios. Según el Instituto de Investigación de Agua y Salud, el agua del grifo y el agua mineral natural son productos complementarios, aunque con diferencias tanto en su origen y tratamiento (o ausencia del mismo), como en su composición. De hecho, incluso cuentan con legislaciones específicas muy diferenciadas. Las aguas minerales son un recurso minero con unas características muy singulares. Son recursos minerales que se diferencian del resto por su carácter “renovable”. Además de esta singularidad dentro del mundo mineral, las aguas minerales tienen propiedades diferenciales del resto de las aguas de consumo. Se trata de su composición constante en minerales y de una pureza en origen que debe mantenerse intacta sin recibir tratamiento químico alguno, de tal manera que lleguen al consumidor con las mismas propiedades que tienen en la Naturaleza. Estas singularidades, unidas a su procedencia subterránea, justifican que tanto las autoridades como la propia industria pongan especial atención en la protección y el control de las aguas minerales con la adopción de estrictas medidas. Autoridades y empresas se esmeran por tanto en cuidar y mantener estas cualidades, con un ejercicio constante de vigilancia del entorno de los manantiales y de una gestión eficiente y sostenible del acuífero. Gracias a ello, se garantiza no solo la preservación de los ecosistemas, sino también el equilibrio natural de los acuíferos respetando el ciclo del agua. Para mantener esa pureza original, deben envasarse a pie de manantial mediante un proceso de extrema asepsia para evitar cualquier riesgo que pueda alterar su seguridad alimentaria y su calidad. Además, su composición mineral, así como sus características microbiológicas deben cumplir con unos parámetros o valores estrictos establecidos por una legislación específica. Por otro lado, y a diferencia del agua del grifo, este tipo de aguas sí se consideran un alimento según la legislación alimentaria. En consecuencia, para este tipo de aguas también es obligatorio un etiquetado que refleje, entre otras cuestiones, su composición mineral. En ese sentido,se convierten en una opción muy conveniente cuando se quiere elegir el tipo de mineralización que mejor se adapta a las necesidades y preferencias de cada uno. Además, gracias al envase, nos permite estar bien hidratados en cualquier momento y lugar. En resumen, el agua mineral natural y el agua del grifo son productos distintos y complementarios e irremplazables.   Fuente: Instituto de Investigación agua y salud