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Después de las Navidades, cuidado con el efecto inverso de las dietas

Se acercan las celebraciones navideñas y con ellas las comidas en familia, las cenas de empresa, el reencuentro con los amigos y una larga lista de momentos en los que se suele comer de más. Pasados estos días, con la llegada del nuevo año y el fin de las fiestas, en muchos casos se intentan contrarrestar esos excesos, lo que lleva en ocasiones a estrictas dietas acompañadas de un intenso ejercicio físico. Los expertos, sin embargo, advierten: someter a dietas de manera repetida a nuestro cuerpo puede llevar al aumento de peso porque el cerebro las interpreta como hambrunas cortas y lleva a las personas a almacenar más grasa para hacer frente a la escasez futura. Esto podría explicar por qué las personas que intentan seguir dietas bajas en calorías a menudo comen en exceso cuando no lo hacen. Y ahí podría estar la clave de por qué no consiguen mantener el peso perdido y lo recuperan de nuevo en poco tiempo. Así lo concluye una nueva investigación de las universidades de Exeter y Bristol, en Reino Unido, que explica que, por el contrario, los cuerpos de las personas que no hacen dieta aprenden que los suministros de alimentos son seguros y no necesitan almacenar tanta grasa. Los datos, publicados en la revista “Evolution, Medicine and Public Health”, se basan en observaciones de animales como las aves. Estas responden al riesgo de escasez de alimentos mediante el aumento de peso, razón por la cual las aves de jardín pesan más durante el invierno, cuando es más difícil encontrar semillas e insectos. Los autores estudiaron un modelo matemático de un animal que sabe si la comida es abundante o limitada en ese momento, pero no sabe cuándo las cosas van a cambiar, por lo que debe aprender sobre la variabilidad antes de decidir las reservas que va a acumular. El modelo muestra, por lo tanto, que si se restringe el suministro de alimentos en repetidas ocasiones, como sucede cuando se está a dieta, un animal óptimo -el que tiene la mejor posibilidad de transmitir sus genes- debe ganar exceso de peso ante la escasez de alimentos. El efecto yoyó de las dietas más severas Este modelo predice que el aumento de peso promedio para los que hacen dieta será significativamente mayor que el de aquellos que nunca la realizan. Esto ocurre porque los que no siguen una dieta aprenden que el suministro de alimentos es seguro, por lo que hay menos necesidad de asegurarse las reservas. “Las personas pueden entrar en un círculo vicioso de aumento de peso y realización de dietas cada vez más severas que solo convencen al cerebro de que deben almacenar cada vez más grasa”, apuntan los especialistas. Por lo tanto, el deseo de comer aumenta enormemente a medida que avanza la dieta y este impulso no disminuirá conforme se gane peso, por el miedo del cerebro a que se produzcan periodos de hambrunas. En este sentido, la comunidad científica, cada vez más preocupada por el auge de la obesidad en los países desarrollados, está buscando razones evolutivas como estas para explicar por qué muchas personas encuentran difícil resistirse a comer en exceso. Los seres humanos evolucionaron en un mundo donde la comida era a veces abundante y a veces escasa y, en este último caso, aquellos con más grasa tendrían más posibilidades de sobrevivir. Ante este escenario, la pregunta es obvia: “¿Cómo se debería tratar de perder peso sin caer en dietas peligrosas?”. Los especialistas que han trabajado en la investigación aseguran que comiendo un poco menos de cantidad de forma mantenida en el tiempo y haciendo ejercicio físico es mucho más probable alcanzar un peso saludable que siguiendo dietas bajas en calorías. En definitiva, estas Navidades es recomendable evitar los excesos, no dejar de lado una dieta variada y no olvidarse de hacer ejercicio físico. Fuente: infosalud