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Uso de etiquetas de identificación por radiofrecuencia

INTRODUCCIÓN

Hoy en día, el conocimiento de los alimentos es cada vez mayor, así como también la preocupación del consumidor por aspectos relacionados con la calidad y seguridad de los alimentos. Como consecuencia de ello, las reglas que impone la propia sociedad son cada vez más estrictas y la información demandada, más amplia.

El etiquetado es uno de los medios que se utiliza para conseguir que llegue la información al consumidor. Esta herramienta de información nace en el momento en que se desea encontrar un modo de comunicar al consumidor de lo que realmente está comprando. Fue el Codex Alimentarius, en el seno de la Organización de las Naciones Unidas, en 1966, el que primero fijó qué se entendía por etiquetado y qué información debía contener (Fundación Triptolemos, 2004).

La primera Directiva de la EU sobre etiquetado se publicó en 1979 que, posteriormente fue sustituida por la Directiva 2000/13 en la que se dan las pautas a seguir con objeto de armonizar las reglamentaciones sobre etiquetado en los distintos estados miembros. España, como miembro de la Unión Europea, adoptó esta legislación a través de la Norma General de Etiquetado (RD 1334/1999 de 31 de julio). En esta legislación, se indicaba que el etiquetado ofrece una información mínima obligatoria, que debe ser, ante todo, cierta y clara, de forma que le permita conocer el producto que está comprando y que deberá sufrir las modificaciones necesarias para adecuarse en cada momento a las necesidades de los consumidores. Como complemento a esta directiva, se aprobó a finales del año 2006, el Reglamento (CE) Nº 1924/2006 del Parlamento Europeo y del Consejo Europeo, relativo a las declaraciones nutricionales y de propiedades saludables en los alimentos. Con esta nueva normativa, se intenta desde la administración, proteger al consumidor ante la gran cantidad de alegaciones nutricionales y de carácter saludable que contiene el etiquetado de algunos alimentos comercializados y garantizar que los consumidores dispongan de la información necesaria para elegir una dieta adecuada a sus necesidades.

Aparte de la información obligatoria, las etiquetas también contienen otras informaciones voluntarias tales como información nutricional, denominaciones de origen, certificaciones de calidad, etc., que ayudan a concretar ciertos aspectos específicos de calidad del producto. Hasta ahora, las etiquetas han sido, la forma esencial de informar al consumidor; sin embargo ante la creciente demanda del consumidor por estar más informado y los nuevos cambios en la legislación, como la implementación de sistemas de trazabilidad (el rastreo completo de un producto desde su origen hasta el consumidor) obligatorios desde el 1 de enero de 2005, se está viendo la necesidad de desarrollar diferentes alternativas al ‘etiquetado tradicional’. El gran inconveniente asociado por los consumidores al etiquetado es su poca legibilidad y que muchas veces, cubre todo el envase, no dejando ver lo que hay en su interior. Por ello, se están buscando alternativas que permitan incluir la información exigida e incluso, información adicional, independientemente del tamaño del producto. Una de las propuestas lanzadas por la Comisión Europea tras casi un año de estudio, es el uso de etiquetas de identificación por radiofrecuencia (en inglés, Radio Frequency Identification Devices, y sus siglas RFID) (www.europa.eu, 14 de diciembre de 2006).

¿Qué es la identificación por radiofrecuencia?

La identificación por radiofrecuencia es un método de almacenamiento y recuperación de datos remoto que usa dispositivos denominados etiquetas RFID conectados a antenas para permitirles recibir y responder a peticiones por radiofrecuencia desde un emisor-receptor RFID. Las etiquetas RFID o también llamadas, etiquetas de radiofrecuencia, consisten en un microchip, donde se almacena información que es transmitida a un “lector” en respuesta a una señal radioeléctrica. Se trata de un dispositivo pequeño, como una pegatina, que puede ser adherida o incorporada a un producto, animal o persona. Estas etiquetas pueden ser activas, semi-pasivas (o semi-activas) o pasivas, según se indica a continuación:

  • Las etiquetas RFID pasivas no tienen fuente de alimentación propia, siendo ésta inducida por la señal recibida en la antena. La falta de una fuente de alimentación propia hace que el dispositivo pueda ser bastante pequeño y por tanto, su coste y número de identificaciones sea bajo. En 2005, el dispositivo comercial más pequeño de este tipo medía 0,4 × 0,4 milímetros y era más fino que una hoja de papel; estos dispositivos son prácticamente invisibles. Las etiquetas pasivas, en la práctica tienen distancias de lectura que varían entre unos 10 milímetros hasta cerca de 6 metros dependiendo del tamaño de la antena de la etiqueta y de la potencia y frecuencia en la que opera el lector.
  • Las etiquetas RFID semi-pasivas son muy similares a las pasivas, salvo que incorporan además una pequeña batería. Esta batería permite al circuito integrado de la etiqueta estar constantemente alimentado. Además, elimina la necesidad de diseñar una antena para recoger potencia de una señal entrante. Las etiquetas RFID semi-pasivas responden más rápidamente comparadas con las etiquetas pasivas.
  • Las etiquetas RFID activas disponen de una fuente de energía, así como rangos mayores y memorias más grandes que las etiquetas pasivas y por tanto, mayor capacidad de poder almacenar información adicional enviada por el transmisor-receptor. Actualmente, las etiquetas activas más pequeñas tienen un tamaño aproximado de una moneda. Muchas etiquetas activas tienen rangos prácticos de diez metros de lectura, y una duración de batería de hasta varios años.

Como las etiquetas pasivas son mucho más baratas de fabricar y no necesitan batería, la gran mayoría de las etiquetas RFID existentes son del tipo pasivo. A pesar de que las ventajas en cuanto al coste de las etiquetas pasivas con respecto a las activas son significativas, otros factores incluyendo la exactitud, el funcionamiento en ciertos ambientes como cerca del agua o metal, y la confiabilidad hacen que el uso de etiquetas activas sea muy común hoy en día.

Además, según su radiofrecuencia, se distinguen cuatro clases distintas de etiquetas:

  • las etiquetas de frecuencia baja (entre 125 ó 134,2 kHz),
  • las etiquetas de alta frecuencia (13,56 MHz),
  • las etiquetas UHF o frecuencia ultraelevada (868 a 956 MHz), que no pueden ser utilizadas de forma global porque no existen regulaciones globales para su uso; y
  • las etiquetas de microondas (2,45 GHz).

El propósito de un sistema RFID es permitir que se puedan transmitir datos mediante un dispositivo portátil, llamado etiqueta, que es leída por un lector RFID y procesada según las necesidades de una aplicación determinada. Los datos transmitidos por la etiqueta pueden proporcionar información sobre la identificación, localización o bien, datos específicos sobre el producto marcado con la etiqueta, como por ejemplo precio, color, fecha de compra, etc.

Usos de la radiofrecuencia

El uso de RFID para aplicaciones de acceso y de seguimiento, apareció por primera vez durante los años 80. Pronto la radiofrecuencia destacó debido principalmente, a su capacidad de seguir objetos móviles. Ésta utilidad se ha aplicado desde el seguimiento de mascotas mediante etiquetas RFID de baja frecuencia, seguimiento de pallets y de equipajes por medio de etiquetas RFID de alta frecuencia, hasta el seguimiento de camiones y remolques en envíos con las etiquetas RFID de UHF.

A nivel de distribuidor, las cadenas de supermercados fueron las primeras en aplicar etiquetas de radiofrecuencia debido, principalmente, a la fuerte inversión que requieren. Éstas también pueden ser utilizadas para informar de la caducidad de alimentos y de los productos agotados tanto en una tienda como en el hogar. Además, según algunos casos prácticos de implementación en supermercados, su uso permitiría al consumidor tener acceso a una mayor información sobre el alimento, mediante la instalación de unos lectores en los puntos de venta.

Ventajas e inconvenientes de la radiofrecuencia

Según la Asociación Española de Codificación Comercial (AECOC), el uso de etiquetas de radiofrecuencias en el punto de distribución tienen las siguientes ventajas:

  • Lecturas más rápidas y precisas, lo que agiliza el tratamiento en almacén y, dado el caso de que se implantara en las cajas de venta, agilizaría las compras.
  • Nivel más bajo en el inventario ya que proporciona información en tiempo real de la ubicación de los productos dentro de los establecimientos. Esto evitará la ausencia de productos en las estanterías de las tiendas y por tanto, la probable decepción del cliente.
  • Disminución de las pérdidas desconocidas, esto es, debido a hurtos y errores administrativos.
  • Luchar contra la falsificación, ya que se puede acceder a la base de datos del fabricante y determinar su autenticidad.
  • Retirada del mercado de productos concretos en caso de alerta o crisis. Permite retirar sólo aquellos productos afectados, lo que repercute directamente en la reducción de gastos y en la imagen de la marca.
  • Control de la caducidad de los alimentos con fecha determinada.

Por otro lado, como todos los grandes avances, puede tener sus inconvenientes. En este caso, esta tecnología podría despertar el recelo entre los consumidores que teman por su intimidad, como ya ocurrió en Estados Unidos donde hubo una polémica en relación a este tema. En un estudio sobre trazabilidad realizado por Mora et al. (2006) en el que se organizaron sesiones con grupos de consumidores, se observó cierta desconfianza por parte de los participantes, ante el uso de esta herramienta como fuente de información en los alimentos, alternativa a las etiquetas convencionales. Las razones principales fueron asociadas al seguimiento del producto y, por tanto de la persona en el establecimiento y segundo, que pueda suponer un incremento del precio del producto.

Previsiones futuras

La identificación por radiofrecuencia (RFID) es una tecnología de rápido crecimiento que promete revolucionar todos los ámbitos empresariales, no sólo el agroalimentario. Los RFID están sustituyendo rápidamente a los códigos de barras que se utilizan en la actualidad, ya que permiten una identificación mucho más rápida, no necesita contacto y es más fiable en términos de autenticidad de los datos. Según datos de la Comisión Europea, el mercado de los RFID crecerá muy rápidamente en los próximos diez años.

La importancia comercial de esta tecnología, la cual promete formidables oportunidades para el crecimiento y la competitividad en Europa, es innegable. Entre otras ventajas, ofrece una información transparente, detallada y automática sobre el alimento, desde su origen hasta el punto de venta y asegura un control eficiente del mismo. Sin embargo, aunque para el consumidor resulte difícil detectar a priori estos beneficios, esta tecnología presenta muchas posibilidades de éxito. En relación a la principal preocupación que plantea, por suponer una amenaza para la intimidad, aún no se sabe hasta qué punto debemos preocuparnos o si están justificadas muchas otras quejas referentes a esta tecnología. Por eso, ya se verá con el tiempo si esta tecnología se implementa con éxito en los productos alimentarios, lo que permitiría la comunicación automática de la información asociada a ellos.

BIBLIOGRAFÍA