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Prevención de la diabetes tipo II en edades tempranas

INTRODUCCIÓN Y ANTECEDENTES

La diabetes se caracteriza por una hiperglucemia (elevación del azúcar en sangre) crónica  y se debe a un defecto en la secreción de insulina y/o en la acción de la insulina a nivel de los tejidos periféricos.

Existen dos tipos de diabetes, la tipo 1 y la tipo 2:

En la diabetes tipo 1, el páncreas no produce insulina, ya que están dañadas las células beta que la producen. La insulina es una hormona que ayuda a que la glucosa penetre en las células para suministrarles energía. Sin la insulina, hay un exceso de glucosa que permanece en la sangre y provoca diferentes problemas en el organismo. Nos vamos a centrar en la diabetes tipo 2, ya que se suele asociar a hábitos de vida poco saludables. En este tipo, el páncreas produce una deficiente cantidad de insulina o existe un aumento en la resistencia a la insulina o ambas. Sin suficiente insulina la glucosa se acumula en la sangre. La resistencia a la insulina se caracteriza por una reducción de los efectos periféricos de la insulina y supone una disminución de la captación de la glucosa por los tejidos y su consecuente menor disponibilidad para los músculos, el hígado y el tejido graso. La resistencia a la insulina es muy frecuente en la obesidad y a menudo desempeña un papel clave en el avance de la intolerancia a la glucosa hacia una diabetes manifiesta. Con el tiempo, un exceso de glucosa en la sangre puede provocar lesiones en los ojos, los riñones y los nervios, también puede causar enfermedades cardíacas y problemas musculares. La prevalencia de la obesidad en los niños está experimentando una progresión constante en los países industrializados. Su prevalencia en Europa y Estados Unidos se ha duplicado en los últimos 20 años. También se ha detectado un aumento de la misma magnitud en los niños con sobrepeso. Este incremento de la prevalencia del sobrepeso permite vislumbrar un aumento de la resistencia a la insulina. Esto resulta más preocupante por cuanto la aparición de una diabetes en edad temprana aumenta el riesgo de presentar complicaciones cardiovasculares en los adultos jóvenes (Bogalusa Heart Study). La masa grasa corporal es el indicador más importante del desarrollo de una resistencia a la insulina en los niños obesos. El aumento de la incidencia de la diabetes tipo 2 parece ir en paralelo al aumento de la prevalencia de la obesidad observado en las últimas décadas en las poblaciones de todas las edades, incluso en niños dónde la tipo 1 es la de mayor prevalencia.

Tratamiento El tratamiento de la diabetes tipo 2, debe ir dirigido no sólo a tratar la hiperglucemia, sino también a corregir todos los trastornos asociados y todos los factores de riesgo, con la finalidad de prevenir o retardar las complicaciones crónicas (Mahler, 1999; ADA, 2002). Es imprescindible que el paciente reciba una educación diabetológica y dietética adecuada, que debe incluir los siguientes puntos: 1. Identificar y conocer de forma práctica los alimentos y su composición, al menos de los más habituales. 2. El paciente debe aprender a manejar las tablas de composición de los alimentos y saber intercambiar los mismos para adaptarlos a su entorno familiar, social y profesional. 3. Se le debe enseñar cambios en el estilo de comer, sobre todo en los pacientes con obesidad o síndrome metabólico. 4. Se tratará de conseguir una dieta individualizada. La dieta es un pilar del tratamiento de la diabetes tipo 2 (ADA, 2002), tiene que ser equilibrada y con un contenido calórico adecuado para mantener o alcanzar un peso normal en el caso de sobrepeso, sin provocar desnutrición ni comprometer la salud. El aporte calórico dependerá de la edad, sexo, actividad física, estado nutricional y posibles situaciones fisiológicas (embarazo) o patológicas, con un cálculo similar al del sujeto no diabético. Además, el aporte calórico se distribuirá de la siguiente manera:

o Hidratos de carbono: 55-60% (preferiblemente complejos y de bajo índice glucémico) o Proteínas: 10-15% o Grasas: 30-35% (menos del 10% procedente de grasa saturada)

La dieta ha de ser rica en vitaminas, antioxidantes, y minerales, aunque el contenido de sal no debe ser mayor de 6g al día. En el caso de tener hipertensión, este valor se reduce a 3g al día. Por otro lado, se recomienda que el aporte de fibra sea como mínimo de 30g al día. Además, la cantidad de colesterol procedente de la dieta no debe superar los 300mg al día. Se recomienda la utilización de edulcorantes artificiales (acalóricos) como la sacarina, el ciclamato o el aspartamo. No se recomiendan los llamados alimentos especiales para diabéticos ni las bebidas refrescantes no alcohólicas, aunque sí las bebidas sin azúcar. Por otro lado, es fundamental la práctica de ejercicio físico aeróbico regular, sobre todo en la diabetes tipo 2 con obesidad, como por ejemplo un paseo de una hora al día al principio y luego se irá incrementando en tiempo y dificultad. Aunque antes hay que valorar riesgo/beneficio y las posibles contraindicaciones que se puedan presentar.

Prevención Así, en esta enfermedad la prevención es fundamental para impedir el aumento de la misma en edades tan tempranas. La prevención primaria de la diabetes tipo 2 se asocia a la del sobrepeso debido a su estrecha relación con la obesidad; de ahí la necesidad de adquirir hábitos nutricionales saludables y hacer ejercicio físico regularmente, es decir, cambiar a un estilo de vida más sano. En efecto, a medida que los alimentos con un alto contenido energético se han ido convirtiendo en las fuentes más baratas de alimento, la obesidad afecta mucho menos a las clases socioeconómicas favorecidas e incide de un modo desproporcionado en las clases más bajas de la sociedad. En algunos países en vías de desarrollo, la obesidad ha desplazado a la malnutrición como el principal problema nutricional de la infancia. Por esto, en el marco de la escuela o de la colectividad se han desarrollado programas destinados a las poblaciones de alto riesgo. Los programas escolares pretenden mejorar las comidas servidas en los comedores, incorporar a la enseñanza módulos sobre un estilo de vida saludable y crear un ambiente escolar que promocione la actividad física. La práctica regular de actividad física es una condición sine qua non para el control del peso, para mejorar la sensibilidad a la insulina y controlar la presión arterial, la glucemia y el nivel de lípidos plasmáticos. Como ocurre con la prescripción dietética, las recomendaciones en materia de ejercicio físico deben tener en cuenta el ambiente del niño, sus gustos, sus aversiones y su motivación. En el caso de la prevención secundaria se deben identificar a los individuos que ya han desarrollado la obesidad, son su correspondiente resistencia a la insulina, con la esperanza de que modifiquen su estilo de vida, lo que permitiría evitar la progresión hacia la diabetes.

CONCLUSIÓN La diabetes tipo 2 en la infancia y la adolescencia es un problema emergente de salud pública que no es más que el reflejo del fenómeno mundial del aumento de la frecuencia de la obesidad infantil. Los cambios sociales necesarios para la prevención primaria y secundaria de la diabetes tipo 2 son muy grandes y se necesitan enormes compromisos por parte de la sociedad y los gobiernos. El tratamiento de la enfermedad está en función del grado de anomalías metabólicas y la gravedad de los síntomas. Como ocurre con la prevención, se deben fomentar los cambios en el comportamiento nutricional y físico.

BIBLIOGRAFÍA

– Diabetes tipo 2. Anales Nestlé volumen 63/número 1.

– Chiumello G. Is obesity a factor predisposing to juvenile diabetes? En: Laron Z, ed. Habilitation and rehabilation of juvenile diabetics.Leiden: HE Stenfert Kroese NV, 1970:61-72.