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Nuevos alimentos transgénicos funcionales

INTRODUCCIÓN Los alimentos funcionales son aquellos alimentos que contienen componentes biológicamente activos que ofrecen beneficios para la salud y reducen el riesgo de sufrir enfermedades. Este concepto nació en Japón, en los años ochenta, debido a la necesidad de garantizar una mejor calidad de vida a la vista de los elevados gastos sanitarios originados por el aumento de la longevidad de la población. El mercado de los alimentos funcionales se ve impulsado en gran medida por las exigencias de los consumidores, su afán por consumir los alimentos que sean más beneficiosos para su salud. La “carrera hacia los ingredientes beneficiosos para la salud” ha sido identificada como la cuarta tendencia más importante de la industria alimentaria en 1996 y el último informe de Health Focus indicaba que el porcentaje de consumidores que piensan que ciertos alimentos pueden ayudar a reducir su dependencia de los medicamentos y de las terapias médicas ha sufrido un fuerte aumento en sólo dos años: del 42% al 52% (Gilbert, L.; 1996). La investigación y desarrollo en alimentos funcionales ya no es sólo cosa de empresas marginales, ya que varios grandes grupos empresariales del sector han decidido recientemente destinar abundantes recursos al desarrollo de este tipo de productos. También algunas empresas que no son del sector alimentario están entrando en el mercado de los alimentos funcionales/nutracéuticos. Aspectos normativos de los alimentos funcionales Una mayor flexibilidad de las normativas relativas a los productos funcionales permiten un mayor desarrollo del mercado para dichos productos. Por ejemplo, en Japón, se estableció, en 1991, un procedimiento específico para la certificación de “Alimentos para Uso Específico en la Salud” (Foods for Specified Health Use, FOSHU) y los requisitos que deben cumplir éstos. Sin embargo, en la Unión Europea no existe una legislación uniforme sobre las alegaciones de salud. De hecho la legislación europea relativa al etiquetado prohíbe hacer referencia a las propiedades preventivas, terapéuticas o curativas de los alimentos, incluso aunque existan pruebas científicas que las avalen. Los aspectos regulatorios y de etiquetado han de comprender dos consideraciones fundamentales: seguridad y consolidación de la alegación funcional o beneficio para la salud que comporta el consumo del alimento. En este sentido, se admite que las alegaciones funcionales deberían estar apoyadas en datos científicos basados en la totalidad de la evidencia, obtenidos en ensayos clínicos realizados en humanos, doble-ciegos al azar y con un grupo control (placebo). Según la Acción concertada FUFOSE, puesta en marcha en 1995 como repuesta de la Comisión Europea a la expansión de los alimentos funcionales en el mercado, se distinguirían dos tipos de alegaciones de salud: alegaciones de funcionales de mejora, asociadas a determinadas funciones fisiológicas y psicológicas y a actividades biológicas que van más allá de su papel establecido en el crecimiento, el desarrollo y otras funciones normales del cuerpo, y alegaciones de reducción de riesgo de enfermedades, que se asocian a la reducción del riesgo de padecer una determinada enfermedad o afección. Tipos de alimentos funcionales 1) Probióticos Son microorganismos no patógenos que, cuando se ingieren, ejercen una influencia positiva sobre la salud o la fisiología del huésped. 2) Prebióticos El término prebiótico se refiere a “un ingrediente alimentario no digerible que afecta beneficiosamente al huésped mediante la estimulación selectiva del crecimiento y/o actividad de una o un número limitado de bacterias en el colon” . 3) Simbióticos Para prolongar el efecto de los probióticos parece necesario potenciar su supervivencia, y así asegurar que mayores poblaciones alcancen el intestino grueso, y/o aumentar su tiempo de residencia en ese medio. Esto puede facilitarse mediante prebióticos, que cuando se combinan con probióticos se denominan simbióticos Genética y mejora de propiedades funcionales Un repaso a los últimos números de las revistas científicas punteras en el área de la ciencia y la tecnología de los alimentos permite concluir que, en estas disciplinas, buena parte de las líneas de investigación y desarrollo para el futuro se basarán en el diseño de los llamados alimentos funcionales y la creación de alimentos transgénicos. Entendemos como alimento funcional aquel que, independientemente de su valor nutritivo, es rico en algún componente que aporta propiedades positivas e importantes para la salud, de forma que el efecto beneficioso debe manifestarse con las cantidades que de dicho alimento se consumen habitualmente en la dieta (Roberfroid, 2002). Por otro lado, definimos un alimento transgénico como aquel en cuyo diseño se han utilizado técnicas de ingeniería genética (Ramón, 1999). Pues bien, lejos de caminar por sendas paralelas, las investigaciones sobre estos dos tipos de alimentos tienen claras encrucijadas de contacto, de forma que desde hace varios años se han desarrollado mediante técnicas de ingeniería genética nuevos alimentos con mejores propiedades nutricionales o sanitarias, o, lo que es lo mismo, alimentos transgénicos funcionales. Aún admitiendo que la genética en el diseño de alimentos no es nada nuevo, hay que recordar que existen diferencias entre los alimentos transgénicos y su convencional correspondiente. La más importante es la relativa al posible salto de la barrera de especie, ya que este hecho supone algo que nunca antes había sido posible, como es el introducir y expresar en un mismo organismo genes de especies, familias o, incluso, reinos distintos. Este hecho, cuando afecta a los genes llamados de reserva ética, puede tener repercusiones en ciertos sectores de consumidores. Un ejemplo de ello sería la expresión de genes provenientes del genoma de un animal en un genoma vegetal y su posible consumo por parte de vegetarianos estrictos. Otro caso sería la expresión de genes provenientes de genomas de animales que presentan limitaciones de ingesta para alguna religión o grupo étnico en cualquier otro organismo usado como alimento. Aun teniendo presentes estas situaciones, la potencialidad de las técnicas de ingeniería genética en la mejora de la composición nutricional de los alimentos y la consiguiente generación de alimentos transgénicos funcionales es una oportunidad de futuro irrenunciable para mejorar la salud de muchos consumidores (King, 2002; Mackey, 2002). Por ello, los resultados no se han hecho esperar y se ha generado toda una gama de alimentos transgénicos funcionales de origen animal, vegetal o fermentado. El futuro Nos encontramos frente a los primeros alimentos funcionales transgénicos, aunque ninguno de ellos ha obtenido en la actualidad el permiso para su comercialización. Como en el resto de alimentos transgénicos, la legislación impone varios años de investigación para demostrar la falta de riesgos sanitarios y medioambientales y obtener el permiso de comercialización de estos productos. Además, en la Unión Europea deberán etiquetarse. A pesar de considerar que estamos al principio de un largo camino, la gran utilidad de alguno de estos desarrollos abre la puerta a la esperanza de un futuro con alternativas trasngénicas destinadas a mejorar la nutrición y la salud del consumidor. Muchas de ellas sólo son abordables por ingeniería genética. Es posible pensar que, en un futuro cercano, se desarrollarán alimentos transgénicos capaces de ayudar a enfermos fenilcetonúricos o celíacos. Pero para lograrlo será necesaria una inversión fuerte en investigación y evaluación, tanto pública como privada. Aun con todo estos problemas, la búsqueda de alimentos transgéncios funcionales será una de las parcelas más activas y atractivas del futuro en ciencia y tecnología de los alimentos. BIBLIOGRAFÍA
  • Gilbert, L. (1996): “HealthFocus Trend Report”. HealthFocus, Des Moines, IA.
  • Juárez, M.; Olano, A.; Morais, F. (2005): “Alimentos funcionales”. Fundación Española para la ciencia y la tecnología. MAPA y FIAB. Madrid. España.
  • King, J.C. (2002): “Biotechnology: a solution for improving nutrient bioavailability”. Int. J. Vitam. Nutr. Res. 72, 7-12.
  • Mackey, M.A. (2002): “The application of biotechnology to nutrition: an overview”. J. Am. Colege Nutr. 21, 157S-150S.
  • Mazza, G. (2000): “Alimentos funcionales: aspectos bioquímicos y de procesado”. Editorial ACRIBIA, S.A. Zaragoza. España.
  • Ramón, D. (1999): “Los genes que comemos”. Ed. Algar. Alzira.
  • Roberfroid, M.B. (2002) : “Aliments fonctionelles: définitios, concepts et stratégies. En Aliments functionalles”. Paris: Ed. Tec & Doc, pp. 1-17.