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Estudio científico sobre alimentación y salud en la población juvenil
INTRODUCCIÓN
Tradicionalmente la adolescencia y juventud se ha considerado una etapa de la vida saludable, pero realmente, entre los 15 y 29 años se produce el 1,3% de la mortalidad total y el 12,6% de los ingresos hospitalarios en España.
Algunos de los problemas de salud como los trastornos del comportamiento alimentario, cobran especial importancia en la edad juvenil. Las situaciones extremas de conductas alimentarias que se alejan de la forma normal de alimentarse y de las pautas de la alimentación saludable, son la anorexia y la bulimia. La sociedad actual está realmente preocupada por el aumento de estas patologías, que, en los últimos años, han afectado a ambos sexos y se están presentando en edades cada vez más tempranas.
Su origen es fundamentalmente social y responde al deseo de los adolescentes de parecerse a los arquetipos que la moda impone. Para conseguirlo, se someten a dietas de hambre y dejan de tomar, arbitrariamente, aquellos alimentos que les permitirían un desarrollo normal.
La presencia de sobrepeso u obesidad es una de las consecuencias de este tipo de irregularidades y, en muchos casos, la presencia de una anorexia es el desencadenamiento lógico de dietas muy estrictas, mal planificadas, acompañadas de ejercicio físico intenso y complementadas con fármacos.
Según Gregorio Varela: la salud y la belleza no son incompatibles, pero no tienen por que ser sinónimos. La primera (salud) es independiente de nuestra voluntad (son los procesos fisiológicos quienes la fijan), la segunda (belleza) la creamos a voluntad (cada sociedad tiene la suya, y cambia con las generaciones).
En la juventud se adquieren determinados comportamientos, que se trasladan a la edad adulta provocando consecuencias a medio plazo como ocurre con las enfermedades cardiovasculares o degenerativas.
En los países europeos las enfermedades cardiovasculares son la primera causa de muerte, siendo responsables del 50% de la mortalidad total.
Desde los años 50 se viene demostrando la relación de la dieta con estas patologías. El consumo excesivo de grasas saturadas, la grasa total, el colesterol, las calorías totales de la dieta, la presencia o ausencia de fibra dietética, y los antioxidantes, influyen directamente sobre la aparición de estas enfermedades. Hay que sumar a ello otros factores no dietéticos, como la hipertensión arterial, la diabetes, el tabaco, el estrés, etc.
El objetivo de un estudio realizado durante 2004, por el Sistema de Vigilancia de Factores de Riesgo asociados a Enfermedades no Transmisibles en población juvenil de la Comunidad de Madrid, con escolares de 4º de la ESO, ha sido conocer la evolución de los principales factores de riesgo ligados al comportamiento.
Este estudio tuvo un tamaño muestral de 2.039 entrevistas distribuidas en 92 aulas de 46 centros escolares y la tasa de respuesta global fue del 82,9%.
Ejercicio físico
Una gran parte de los jóvenes del estudio, un 73,8%, realizan alguna actividad física dentro o fuera del centro escolar la mayoría de los días. Sin embargo, un 5,8% de los chicos y un 16% de las chicas no llegan a realizar algún tipo de actividad de forma regular al menos 3 veces a la semana.
Si consideramos la frecuencia de realización de actividades vigorosas o intensas (definidas por aquellas cuyo gasto energético es al menos 5 veces superior al de reposo), la proporción de jóvenes que no practican este tipo de ejercicio al menos 3 veces a la semana es del 30,3%, destacando que un 10,9% no realizan ninguna vez estas actividades.
Principalmente, los chicos practican el fútbol y las chicas, el baile / ballet seguido por el baloncesto, footing y aeróbic.
Alimentación
La alimentación, es el conjunto de procesos que van desde la elección del alimento hasta que éste se introduce en la boca. Es voluntaria y educable.
Analizando la alimentación en la población de estudio se pudieron ver los siguientes resultados:
- Leche y derivados lácteos El consumo de este grupo de alimentos es de 3,6 raciones diarias, correspondiendo aproximadamente la mitad al consumo de leche y la otra a los derivados lácteos (yogur y queso). El 13,4% de los jóvenes no llegan a consumir una ración de leche al día, y un 57,2% no alcanza las dos raciones. Respecto al tipo de leche, el consumo de leche descremada o parcialmente descremada es muy frecuente: un 47,7% de las chicas y un 33,1% de los chicos que toman este producto, lo consumen de forma habitual con menor cantidad de grasa. Con el aporte de derivados lácteos el consumo de este grupo de alimentos tiende a incrementarse, aunque todavía un 41,7% de los jóvenes consumen menos de tres raciones diarias.
- Fruta y/o zumos El consumo medio de frutas es de 1,7 raciones diarias, que se ve incrementado a 3 si incluimos el consumo de zumos. Un 28,6% no llegan a consumir una ración diaria de fruta, y un 54% no ingiere las dos recomendadas. Tanto el consumo medio como la proporción de jóvenes que consumen dos o más raciones de fruta al día, es sensiblemente superior en las chicas que en los chicos.
- Verdura y hortalizas El consumo medio de verduras y hortalizas es de 1,3 raciones diarias. Un 32,2% de los jóvenes consumen menos de una ración diaria. Su consumo es mucho más frecuente en las chicas que en los chicos, tanto a nivel de ingesta media, como en la proporción de jóvenes que consumen menos de una ración al día. Valorando conjuntamente el consumo de frutas y verduras, grupo de alimentos cuyo consumo diario es uno de los principales objetivos nutricionales, observamos que alrededor de 1 de cada 2 jóvenes no alcanza a consumir 3 raciones / día (el 55,4% de los chicos y el 40,9% de las chicas).
- Carne y derivados El consumo medio agrupado de carne y derivados es de 3,1 raciones diarias. El consumo de embutidos es de 1,1 raciones diarias. La frecuencia de consumo es superior en los chicos que en las chicas, tanto de forma media como en la proporción de jóvenes que consumen dos o más raciones diarias.
- Galletas y bollería El consumo de este tipo de alimentos es de 1,3 raciones diarias por persona. La proporción de jóvenes que lo consumen dos o más veces al día es de un 29,4%, observándose una mayor frecuencia en los chicos que en las chicas. No se encuentran diferencias según la edad.
- Otros alimentos El consumo de pan es de dos raciones diarias, con un mayor consumo por parte de los chicos. El consumo acumulado de arroz y pasta es de casi 6 raciones a la semana, y el de legumbres de 3. Por otro lado, la ingesta de huevos o tortilla es de 5 raciones a la semana. Finalmente, la ingesta de pescado es de tres a cuatro días a la semana, siendo superior el consumo de este alimento en las mujeres que en los hombres.
- Chucherías saladas (patatas fritas, gusanitos, cortezas…) El consumo de estos productos continúa muy extendido en la población adolescente. El 18,8% de los chicos y el 19,5% de las chicas consumen chucherías saladas con una frecuencia superior a 4 días a la semana. Sin duda, la oferta en el propio centro escolar influye en la frecuencia de su consumo, dado que en los centros en que disponen de cafetería el 21,5% toman 4 días o más a la semana estos productos, frente al 16,4% en aquellos que no tienen este servicio.
- AESA (2003). La Seguridad Alimentaria en la Educación Secundaria Obligatoria. Guía didáctica. Agencia Española de Seguridad Alimentaria. Ministerio de Sanidad y Consumo. Madrid.
- Dirección General de Salud Pública, y Alimentación. Consejería de Sanidad y Consumo (2004): Informe: Hábitos de salud en la población juvenil de la Comunidad de Madrid. Boletín Epidemiológico de la Comunidad de Madrid nº 12. Volumen 10.
- Varela Moreiras, Gregorio (2004): De la alimentación a la nutrición: la historia continúa. Universidad San Pablo-CEU.