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El efecto protector del vino sobre el sistema cardiovascular: su poder antiinflamatorio

INTRODUCCIÓN El vino ha sido parte de la cultura humana desde hace unos 6.000 años. Antecedentes históricos relacionan al vino con salud y longevidad y esto se destaca en la cultura mediterránea. Efectivamente en Francia y otros países del área mediterránea (España, Portugal, Italia, Grecia y Yugoslavia) el vino está integrado en el comportamiento habitual de estos pueblos, que lo consumen con las comidas y en celebraciones. En los últimos diez años han surgido una serie de estudios científicos que muestran que beber moderadamente es beneficioso para la salud, en especial para la prevención coronaria. El interés por estudiar el vino aumenta notablemente después de la investigación realizada por la organización mundial de la salud, el proyecto Mónica, en 1989. Este trabajo confirmó que las tasas de mortalidad por enfermedades cardiovasculares en Francia eran mucho menores que en otros países industrializados como USA y el Reino Unido. A esta situación se le llamó Paradoja Francesa. Otros factores de riesgo como cigarrillo o presión arterial no daban cuenta de esta diferencia. La explicación se buscó en la dieta de los franceses, de tipo mediterránea, rica en frutas, verduras y vino. Diferentes investigaciones atribuyen un papel clave al consumo moderado de vino en la dieta de los franceses, por su alto contenido en compuestos polifenólicos, como antioxidantes naturales. De este modo, numerosos estudios epidemiológicos han demostrado que las curvas de riesgo de mortalidad en función del consumo de alcohol tienen una forma de “jota”, de modo que en un extremo de la curva están las personas abstemias y en otro brazo de la “jota” los pacientes alcohólicos. Los consumidores moderados de bebidas alcohólicas (entre 10 y 40 gramos al día) ocupan la posición más baja de riesgo, el brazo de la jota, lo que indica que tienen un riesgo de muerte inferior a las personas abstemias y, por supuesto, a los pacientes alcohólicos. Estos datos sugieren que el consumo moderado de bebidas alcohólicas tendría un efecto protector sobre el sistema cardiovascular, efecto que se consigue con el consumo de 10-40 g de alcohol al día (uno a cuatro vasos de vino al día) en los varones y entre 10-20 g de alcohol al día (uno a dos vasos de vino al día) en las mujeres. Aunque existe un gran consenso sobre el efecto beneficioso del consumo moderado de vino, existen discrepancias sobre si estos efectos son debidos a la cantidad de alcohol que contiene o a sus componentes no alcohólicos, principalmente polifenoles. Los polifenoles son un gran grupo de compuestos presentes en la naturaleza que poseen anillos aromáticos con sustituyentes hidroxilos, en su mayoría potentes antioxidantes por su estructura química y necesarios para el funcionamiento de las células vegetales. Además, interesa conocer los mecanismos responsables de los efectos cardiovasculares del consumo moderado del vino. Un último trabajo que ha estudiado estos efectos, se presentaba el pasado 2 de marzo de 2005 en Madrid bajo el título “Vino y enfermedades cardiovasculares”. Este estudio en el que durante tres años han participado varias instituciones médicas y de investigación de toda Europa y que se ha realizado bajo la dirección del Hospital Clínico de Barcelona y con la colaboración de FIVIN (Fundación para la Investigación del Vino), ha tenido como objetivo dar a conocer cuáles son los mecanismos que se ponen en marcha ante la ingesta regular y moderada de vino para que todo el sistema cardiovascular mejore. En dicho estudio se comparó los efectos del consumo moderado de vino con los de un gin tonic sobre varios marcadores relacionados con la aparición y progresión de la arteriosclerosis. A una serie de 40 varones sanos de una edad media de 37 años se les solicitó que consumieran dos vasos de 160 ml de vino tinto al día durante un mes, y después la misma cantidad de alcohol al día (30 g/día) en forma de un gin tonic (100 ml de ginebra con tónica) durante otro mes. La ginebra es una bebida alcohólica prácticamente pura (no contiene polifenoles), por lo que las diferencias que se observaron tras el consumo de vino, y no tras la toma del gin tonic, habría que atribuirlas a los componentes no alcohólicos del vino, principalmente su contenido en polifenoles. Actualmente a la arteriosclerosis se le considera como una enfermedad inflamatoria de las arterias, por lo que se decidió estudiar los efectos de estas bebidas sobre una serie de parámetros relacionados con la aparición y desarrollo de la arteriosclerosis, como son las moléculas de adhesión de los monocitos sanguíneos y su capacidad de adhesión de la pared endotelial. Estas moléculas son los puntos de anclaje de las células sanguíneas: primero, para poder adherirse y después, para poder migrar al interior de la pared de los vasos sanguíneos. Una vez dentro de la pared de las arterias se cargan de lípidos (colesterol) y se forma la placa de ateroma, que al inestabilizarse puede dar lugar a un infarto de miocardio o a una trombosis cerebral. Las conclusiones obtenidas en el estudio publicado primeramente en la revista Atherosclerosis fueron que tanto las bebidas alcohólicas sin polifenoles (ginebra) como las ricas en polifenoles (vino tinto) tienen un efecto anti-inflamatorio al reducir tres marcadores sanguíneos de la inflamación: la proteína C reactiva, el fibrinógeno y la interleukina-1alfa, lo que indica que este efecto es debido al alcohol (etanol) contenido en ambas bebidas. No obstante, el vino tiene efectos adicionales al reducir las moléculas de adhesión endoteliales y monocitarias, por lo que este mayor efecto anti-inflamatorio del vino se podría atribuir a los componentes no alcohólicos del vino, los polifenoles. Un estudio publicado en la revista American Journal of Clinical Nutrition analizó la capacidad de los monocitos humanos de adherirse a una línea de células endoteliales. Estos monocitos fueron obtenidos tras el consumo, durante un mes, de 30 g de alcohol al día en forma de vino tinto o de ginebra. Y se comprobó que tras el consumo de ginebra había una reducción de la adhesión de los monocitos a las células endoteliales, pero después del consumo de vino se apreció una abolición casi total (96%) de la adhesión de estas células al endotelio vascular. Se trata de un trastorno funcional de los monocitos debido a que disminuye la adherencia de estas moléculas a la superficie del endotelio vascular tras un mes de consumo moderado de vino. Estas células, al tener menos facilidad de penetrar al interior de la pared arterial, retrasarían el inicio y la progresión de la arteriosclerosis. En resumen, los efectos positivos de la ginebra, como bebida alcohólica sin polifenoles son los siguientes: reducción de la presión arterial; reducción del fibrinógeno; aumento del HDL colesterol y reducción de la velocidad de oxidación del LDL-colesterol. Y sus efectos negativos son reducción del ácido fólico y un aumento de la concentración de algunas moléculas de adhesión. Sin embargo, el vino tinto, como bebida alcohólica rica en polifenoles, presenta los siguientes efectos positivos: reducción del fibrinógeno; aumento del HDL colesterol; disminución de la capacidad de oxidación de las partículas del LDL colesterol; reducción de la velocidad de oxidación del LDL; reducción de la concentración de las moléculas de adhesión de linfocitos y monocitos y reducción de la adhesión de los monocitos al endotelio. Y no se han encontrado efectos negativos del vino. Por tanto, los resultados de estos dos estudios recientemente publicados aportan nueva luz sobre los mecanismos a través de los cuales el vino ejerce un efecto protector sobre el sistema cardiovascular. BIBLIOGRAFÍA
  • Badía E, Sacanella E, Fernández-Solá J, Nicolás JM, Antúnez E, Rotillo D, de Gaetano G, Urbano-Márquez A y Estruch R (2004). The American Journal of Clinical Nutrition 175: 117-123.
  • Estruch R, Sacanella E, Badia E, Antúnez E, Nicolás JM, Fernández-Solá J, Rotilio D, Rubin E, de Gaetano G y Urbano-Márquez A (2004). Efectos del consumo moderado de vino tinto y de la ginebra sobre los marcadores sistémicos de la arteriosclerosis. Atherosclerosis 80: 225-230.
  • Leighton F, Urquiaga I. (2000). Polifenoles del vino y salud humana. Antioxidantes y calidad de vida. 7: 5-13. Órgano de difusión del South American Group for Free Radical Research.