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Dietas mágicas, sin fundamento científico

INTRODUCCIÓN En todos los países desarrollados, la nutrición está de máxima actualidad pues la sociedad contemporánea muestra un interés creciente por los problemas que presenta la alimentación en el hombre y se va tomando conciencia de la estrecha relación que existe con la salud. Por otro lado, y tristemente, este interés motivado por el deseo de disfrutar de una vida larga y sana, se acompaña de la proliferación de toda clase de recomendaciones basadas en mitos y creencias irracionales, conocidas como “dietas mágicas o milagro”, olvidando los principios establecidos por la ciencia de la nutrición. Es importante recordar que, aunque la obesidad es un problema de primer orden, la delgadez por debajo de ciertos límites también; así, muchas personas preocupadas por perder peso llegan incluso a arriesgar su salud. Al hablar de “dietas mágicas” no nos referimos únicamente a las de adelgazamiento, sino también a todas aquellas que pretenden incrementar la longevidad y la curación de diversas patologías. En general, cuando se habla de la eficacia de estas dietas hay que tener una idea clara; puede decirse que casi la totalidad de las mismas tienen un aspecto común: si se analiza su aporte de energía, éste suele ser bastante bajo, es decir, consiguen que se consuma menos calorías de las habituales y, aunque se justifiquen con otros fundamentos, es en el déficit calórico donde radica la posible pérdida de peso conseguida olvidándose de la ingesta de nutrientes y de sus consecuencias negativas (Alemany, 1995). Por otro lado, en un estudio cualitativo llevado a cabo en 2008 con gente obesa, la mayoría de los participantes reportaron que empezaban una dieta en particular por una persona de su red social, como un miembro de su familia, un amigo o un compañero de trabajo (Thomas et al., 2008).

Clasificación de las dietas mágicas La clasificación de las dietas que se detalla a continuación, tiene como criterio el fundamento al que dichas dietas atribuyen su eficacia: 1. Dietas hipocalóricas desequilibradas 2. Dietas disociativas 3. Dietas excluyentes 4. Otras (monodietas, dietas líquidas)

1. Dietas hipocalóricas desequilibradas En este grupo se incluyen una serie de dietas que contienen un bajo contenido en energía, pero son desequilibradas como:

“Dieta de la Clínica Mayo” No tiene nada que ver con la conocida clínica, pero utiliza el nombre para obtener prestigio y seriedad. Es muy baja en calorías, ya que aporta entre 600-800 y se caracteriza por un elevado consumo de huevos (de 4 a 6 al día) y la exclusión total de lácteos. Provoca un grave déficit de calcio, ya que no llega a cubrir ni siquiera el 30% de las ingestas recomendadas (IR), mantenida en el tiempo se puede sufrir riesgo de osteoporosis.

“Dieta toma la mitad” Tras este lema, la ingesta de alimentos se reduce a la mitad, pero no se es consciente de la reducción de nutrientes que conlleva. Se ha comprobado que con menos de 2000 kcal es poco probable que se puedan cubrir las ingestas recomendadas para muchos nutrientes. Por lo que esta dieta deberá estar suplementada con vitaminas y minerales.

“Dieta cero” Es la dieta hipocalórica extrema, en la que no hay que comer nada, se conoce como ayuno total. Puede resultar muy peligroso, incluso mortal, como consecuencia de pérdidas proteicas y de electrolitos (Garrow, 1994), que provocan la pérdida de masa muscular, así como de factores de coagulación (encargados de frenar las hemorragias).

Las dietas con un contenido muy bajo en calorías pueden ocasionar una hipoglucemia reactiva e intolerancia a la glucosa cuando los sujetos son sometidos a una sobrecarga de la misma, e incluso complicaciones más serias como arritmias cardiacas (NIH, 1993).

2. Dietas disociativas

Se basan en la teoría de que los alimentos por sí mismos no engordan, sino al consumirse combinados entre ellos. Por lo que se puede comer las cantidades que se quieran pero combinando los alimentos de una determinada manera.

Nuestro aparato digestivo se ha ido adaptando, desde los comienzos del proceso evolutivo hasta nuestros tiempos, a las combinaciones más o menos complejas de distintos alimentos que el hombre viene consumiendo. Los enzimas digestivos encargados de modo específico de hidrolizar los macronutrientes contenidos en los alimentos en moléculas mucho más pequeñas  (monosacáridos en el caso de los hidratos de carbono, aminoácidos en el caso de las proteínas y ácidos grasos o glicerina en el caso de las grasas) actúan conjuntamente, nunca de manera individual.

“Dieta de Montignac” Se basa en evitar mezclar lípidos con hidratos de carbono eliminando de la dieta todos aquellos alimentos que contengan los dos nutrientes. Prohíbe el azúcar, el pan, las patatas, la pasta y el arroz. La fruta debe consumirse sola pues si se consume con lípidos o proteínas queda retenida en el estómago y no se digiere. Es un régimen basado en premisas falsas.

 “La antidieta” Se sustenta bajo el principio de que lo importante no es sólo lo que se come sino también cuándo y en qué combinaciones, por lo que además de no mezclar alimentos, tiene en cuenta una serie de ciclos naturales del cuerpo:

De 14-22h ingestión y digestión; De 22-6h absorción y uso; De 6-14h eliminación;

Según los autores de la antidieta, el secreto de la misma es liberarse de los desechos tóxicos.

3. Dietas excluyentes

Se basan fundamentalmente en eliminar algún nutriente de la dieta. Se dividen en tres grupos:

1. Dietas Cetogénicas. Ricas en grasas, sin hidratos de carbono. “Dieta de Atkins”: se reduce muchísimo el consumo de hidratos de carbono, pero sin marcar ninguna limitación sobre los lípidos. Según el Dr. Atkins, la dieta a base de grasas estimula la secreción de cetonas y se suprime la sensación de hambre, provocando una disminución de peso. Además, el propio Atkins recomienda consumir unas dosis elevadísimas de vitaminas y minerales, consciente de que con su dieta no alcanza las ingestas recomendadas. Con esta dieta se produce la cetosis (aumento de cuerpos cetónicos en la sangre y su eliminación por la orina y de acetona por el aire espirado), es frecuente que aumente el colesterol, el ácido úrico y una disminución de los niveles de potasio, que pueden provocar arritmias cardiacas.

2. Dietas ricas en hidratos de carbono, sin proteínas ni grasa. “Dieta del Dr. Haas”: el 80% de la energía procede de los hidratos de carbono con bajo aporte calórico. Su consumo continuado puede ocasionar carencias vitamínicas y proteicas. “Dieta del Dr. Pritikin”: Sus principales limitaciones son no contener ácidos grasos poliinsaturados y aportar una cantidad de proteína escasa. Además es una dieta hipocalórica, lo que puede llevar a una malnutrición proteico-energética cuyas consecuencias a largo plazo son edemas, descamación de la piel y caída del cabello. Dentro de las dietas ricas en hidratos de carbono, también se encuentran las que se fundamentan en un elevado consumo de fibra como la dieta del plátano, que consiste en consumir 5 plátanos al día junto con leche desnatada, verduras, ensalada y carne de ave. Hay que tener en cuenta que un aporte excesivo de fibra puede provocar trastornos intestinales (flatulencia, diarrea) y fenómenos carenciales (disminución de la biodisponibilidad de determinados nutrientes como hierro y zinc).

3. Dietas ricas en proteína, sin hidratos de carbono ni grasas. Se basan en el mayor efecto saciante de las proteínas incluso la supresión del apetito al producir una movilización de los cuerpos cetónicos. Esto puede afectar al hígado y al riñón produciendo una sobrecarga. “Régimen de Scardale”: dieta en la que principalmente se eliminan las grasas y los hidratos de carbono. Entre horas sólo se pueden tomar zanahorias y apio en la cantidad que se desee. Prohibido beber leche y zumos. “Dieta de Hollywood”: régimen extremo que prescinde de todo tipo de hidratos de carbono y que sólo permite aproximadamente 600 kcal/día. Es muy extrema con importantes déficits, y puede provocar cetosis y problemas renales. “Dieta de la zona”: Dieta hiperproteica, con un aporte limitado de hidratos de carbono. Existe un plan individualizado para la persona según su actividad física y su porcentaje de grasa en el cuerpo. El 40% de las calorías vienen de los hidratos de carbono, 30% de las proteínas y 30% de las grasas.

4. Otras (monodietas, líquidas)

Se basan en el consumo de un único tipo de alimento. Todas ellas, aportan un bajo contenido en energía lo que justifica su posible eficacia, y no el consumo de un único alimento. Además, en algunos casos, como las dietas a base de frutas exclusivamente, provocan una sensación de hambre que puede llegar a ser agobiante y dan lugar a efectos gastrointestinales indeseados: vientre hinchado, flatulencia, cólicos intestinales y diarrea.

Dentro de ellas se encuentran: la dieta del pepino, la dieta del arroz, la dieta del pollo, la dieta de los cereales, la dieta del pomelo, la dieta de la cerveza, la dieta de los colores…

(Moreiras et al, 2009).

Características comunes de la Dietas Mágicas

Los signos que permiten reconocer una “dieta milagro” son:

– La promesa de pérdida de peso rápida: más de 5 kg por mes. – Se puede llevar sin esfuerzo. – Anunciar que son completamente seguras, sin riesgos para la salud.

Es decir, este tipo de dietas, muy restrictivas y muy bajas en calorías, aunque consiguen que el peso disminuya a corto plazo, constituyen un riesgo inaceptable para la salud ya que pueden:

1. Provocar deficiencias de proteínas, vitaminas y minerales por la falta de consumo con los alimentos. 2. Producir efectos psicológicos negativos. 3. Desencadenar, incluso, trastornos del comportamiento alimentario (anorexia, bulimia), a veces de mayor gravedad que el exceso de peso que se pretendía corregir. 4. Al abandonarlas, las personas que siguen estas dietas no han aprendido hábitos alimentarios adecuados y vuelven a las costumbres que les hicieron engordar y se produce el efecto rebote o “yo-yo”. Es decir, recuperan el peso perdido, e incluso en ocasiones aumentan su peso inicial.

(AESAN, 2007).

CONCLUSIÓN

Las pruebas disponibles hasta el momento procedentes de ensayos clínicos nos indican que son las diferencias en la ingesta energética lo que marca la diferencia en pérdida de peso, y no supuestas manipulaciones en el metabolismo energético con escaso fundamento científico en casi todos los casos.

Recordemos que la dieta ideal sería aquella que no sólo sea eficaz para conseguir una pérdida de peso segura, sino también con consecuencias positivas a largo plazo sobre los factores de riesgo y las enfermedades asociados, y sostenible a largo plazo. El nivel de adherencia a la dieta es un factor fundamental para la pérdida de peso. (Gargallo y Ballesteros, 2008)

BIBLIOGRAFÍA

– Alemany, M. (1995). “Enciclopedia de las dietas y la nutrición”. Ed Planeta. – Comité científico de la Agencia de Seguridad Alimentaria y Nutrición (2007). “Dietas Milagro para adelgazar: sin fundamento científico y con riesgo para la salud”. AESAN. – Gargallo, M.A., Ballesteros, M.D. (2008). “Dietas heterodoxas”. Revista Española de Obesidad • Vol. 6 • Núm. 2 (75-87). – Garrow JS. (1994). El problema de la obesidad. En: “Reflexiones sobre nutrición humana”. Ed. Fundación BBV. – Moreiras, O., Nuñez, C., del Pozo, C., Cuadrado, C., Ávila, J. M., Ruiz, E., Varela, G. (2009). “Dietas y productos mágicos”. Instituto de Nutrición y Trastornos Alimentarios de la Comunidad de Madrid. – NIH. “Technology Assessment Conference Panel. Methods for Voluntary Weight loss and contro”l. Ann Intern Med, 119 (7pte):764-770. 1993. – Thomas, S.L., Hyde, J., Karunaratne, A., Kausman, R., Komesaroff, P.A. (2008). “A qualitative investigation of dieting, weight loss, and physical exercise, in obese individuals. Nutrition Journal 2008, 7:34.